Aunque suene paradójico por su dependencia directa a un referente y a unos esquemas dados, la parodia es uno de los géneros cinematográficos más libres. Uno de los pocos que encuentra en el arte de destruir, y no en el de crear, su propia razón de ser, el centro de su naturaleza. Por todo ello, cada parodia no es sólo una desmitificación de su objeto de partida, sino también un atentado contra la narrativa y el lenguaje. Los puristas afirman que no se ha inventado anda nuevo desde que Mel Brooks, Jim Abrahams y los hermanos Zucker marcaran las pautas fundacionales, y que todo lo que ha venido después ha sido decadencia, repetición y saturación. Pero nada más lejos de la verdad: lo cierto es que la parodia sigue creciendo, enriqueciendo sus recursos, experimentando con todos y textos, y sobre todo, jugando, sin miedo al ridículo y a la caída estrepitosa. Con “Date movie” (2006), los inefables Seltzer y Friedberg demostraron algo que escapaba de toda lógica: la posibilidad de parodiar comedias. Recientemente, la lamentable pero arriesgada “Not another another movie” rizaba el rizo tratando de desestructurar unos mimbres que ya venían regidos por el caos y la anarquía. Y más recientemente aún, la quinta entrega de “Scary movie”, con su parodia de una posible pero todavía no cerrada adaptación de “50 sombras de Grey”, demostraba que era posible adentrarse en terrenos prohibidos, parodiando lo que aún no tenía forma y eliminando, de paso, una de las barreras más importantes del género: su ligadura con el pasado.
Cuando la moda del found footage, o películas de “material encontrado” (traducción libre y tosca donde las haya) se convirtió en algo mainstream y aceptado por la gran mayoría, materia prima de blockbuster, sus bases parecían idóneas para la vuelta de tuerca paródica. Sin embargo, quizá el material de partida fuera tan sui generis y experimental que la reescritura en clave cachonda hasta el momento ha quedado en agua de borrajas. Y no deja de ser curioso que en el mismo momento en el que una obra como The bay (Barry Levinson), producida por Oren Peli, hace lo posible por exprimir los recursos del género rizando el rizo y demostrando, finalmente, que todavía nadie ha dicho la última palabra, los guionistas que abordan lo mismo desde el perspectiva del humor se muestren todavía un poco temerosos y desubicados. En la última entrega de Scary Movie, David Zucker y el guionista Craig Mazin, andan tan perdidos que no tienen más remedio que condimentar la narración con una ridícula voz en off que guíe al público dentro de la anarquía generalizada. Logran, eso sí, alguna escena notable, como la psicodélica fiesta noctura de los limpiadores de piscina. El batacazo es más evidente en una película como 30 nights of paranormal activity the devil inside the girl with the dragon tatoo, que los aficionados a este tipo de desmadres sin pies ni cabeza pueden encontrar sin dificultad en internet desde hace unos meses.
Siendo generosos, podríamos decir que la película de Craig Moss es un despropósito. Luego podríamos discutir largo y tendido si se trata de un despropósito simpático o de un despropósito irritante. Tiene una fotografía fardona y el rollo P.A. está más o menos bien pillado. Aquí terminan los hallazgos. Y entonces no sabemos si lo que falla es el Moss director o el Moss guionista. O ambos. El caso es que el resultado no alcanza la excelencia de las Scary Movies de los Wayans ni de la soberbia No es otra estúpida película americana de Joel Gallen. Ni siquiera la insensatez y el nivel de delirio de Virgen y culpable a los 41. La mayoría de los gags simplemente no funcionan, y es una pena, porque la prota tiene su gracia a veces, aunque en cada toma parezca una actriz distinta.
Dos escenas para el recuerdo, sin duda lo más memorable de la peli:
–Una actualización de la leyenda urbana de Ricky Martin y el perro en clave vigilancia nocturna.
-Una indescriptible escena en la que un bebé es drogado y zarandeado en una fiesta loca, para acabar entre las piernas de una fulana, haciendo vete a saber qué. De lo más punki y terrorista que he visto últimamente.
Juzguen ustedes si son razones más que suficientes para verle pese al dolor general que proporciona. Yo creo que sí.
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