El Nuevo Drama: Tú también puedes pasar a la historia de la literatura

Hola a todos de nuevo. Como siempre, es un placer contaros las últimas novedades del mundillo literario. La última tiene un (sonoro) nombre que demuestra que la capacidad de innovación de nuestros jóvenes autores no tiene límite o, como diría Bob, su límite se encuentra más allá del horizonte. Señores y Señoras, he venido a escribir del NUEVO DRAMA.

El NUEVO DRAMA es la adaptación del concepto GENERACIÓN LITERARIA al siglo XXI. Antes, para hacer historia de la literatura, tenías que leer una cantidad enorme de libros, algunos de ellos con un grosor inhumano –por ejemplo, Guerra y Paz, En busca del tiempo perdido, Ulises– y, en ocasiones, bastante hostiles a sus lectores. Libros que no se dejaban leer amablemente, sino que tenían la ocurrencia de querer electrocutar tus neuronas. Y luego tenías que emborronar cientos de cuadernos, quemarte la vista durante miles de horas ante el ordenador o la máquina de escribir (si te va el rollo retro, y te quieres convertir en un Umbral o un De Prada) para que, luego, el becario de una editorial mierdosa lea las quince primeras líneas de tu presunta obra maestra, que acabará en el cubo de basura. O, casi peor, para que sea sometida al donoso escrutinio del jurado de un premio literario de provincias formado por las fuerzas vivas del lugar, es decir, la profesora de lengua y literatura del instituto local, el teniente del cuartelillo de la guardia civil, el boticario y el concejal de deportes y cultura, que es un tío que se afeita poco y lleva siempre chándal.

Amigos y amigas, eso ha terminado. Porque, ¿de qué servían tan enormes esfuerzos, si, en el mejor de los casos, tu paso a la posteridad era decidido cuando pertenecías al mundo viejuno o, peor aún, después de muerto por un montón de expertos universitarios, tipejos cuyo (pésimo) gusto por vestir solo iguala su habilidad para el peloteo y la intriga académica. ¿Cómo ha podido perdurar esta situación hasta ahora? Recordemos cual es la palabra clave de nuestra época: la inmediatez.

Pensemos en los escritores del Siglo de Oro. Aparte de tener dudosos hábitos higiénicos, eran unos personajes que se llevaban fatal. Lope de Vega, Góngora, Cervantes, Quevedo, si se encontraban en el desaseado Madrid de la época no es que no se saludasen, es que, probablemente, intentarían atravesarse con un estoque toledano. Esa falta de espíritu grupal hizo, sin duda, que tardaran SIGLOS en ser valorados como debían. Pensemos en la GENERACIÓN del 98. Al menos, en este caso se llevaban bien, o medio bien, pero, ¿qué los unió? El desastre de Cuba, un hecho histórico oscuro y medio olvidado y, ante todo, POLÍTICO. Lo que es un ERROR. Si de algo está seguro un joven escritor contemporáneo es que meterse en cuestiones políticas, liarse a firmar manifiestos y todos esos líos es el camino más seguro para que  te acaben llamando pancartero, pesebrero y cosas aún peores. Fatal.

Ecos de la generación del 98

 

 La GENERACIÓN del 27 ya lo hizo un poco mejor. Se trataba  de un grupo de colegas que se hicieron una FOTO –fundamental-. Todos escribían y hablaban muy bien de los otros en público, y echaban pestes en privado –esos muchachos iban por el buen camino, si algo fascina a un estudioso es exhumar los cotilleos de hace medio siglo-. Lo único malo es que, en su mayor parte, se dedicaban a la poesía, un género menor al que sólo prestan atención señoras con menopausia precoz y adolescentes purulentos con problemas de hormonas.

Pero, ahora, un trío de jóvenes y aguerridos literatos españoles han dado el siguiente paso. El primer y astuto paso era unir sus nombres a los de unos cuantos literatos prestigiosos (Rodrigo Fresán, Javier Calvo y hasta Eduardo Mendoza, que es un señor muy circunspecto que ya es lectura obligatoria en los institutos y al que verlo involucrado en tan juveniles asuntos no deja de ser una agradable sorpresa) con rising stars del panorama patrio (como Alberto Olmos, que lucha por ser el más malote de las letras hispanas, o la pija Paula Cifuentes, famosa por haber sido fichada por el Grupo Planeta cuando llevaba algo así como quince páginas de su primera novela,  cuyo NUEVO DRAMA personal debe tener lugar cada vez que va de compras y otra jovencita que dará mucho que hablar, Aixa de la Cruz) mediante una antología de relatos, Mi madre es un pez. El ya famoso trío está formado por Sergi Bellver, conocido por haber usurpado su nombre a un reconocido y premiado dramaturgo catalán y por aparecer en su web personal como periodista, escritor, crítico, editor y un largo etc, etc sin tener un solo libro publicado, lo que demuestra, obviamente, su genialidad en ciernes, y dos compinches cuyos CV resultan más o menos irrelevantes.

Paula Cifuentes viendo “Mujeres, hombres y viceversa”

 

Para pasmo de los demás participantes de la antología, que no tenían ni idea de qué iba el rollo, el trío añadió un prólogo programático al libro y lanzaron a los cuatro vientos la idea (se hizo eco hasta EL PAÍS –el problema de que la redacción de cultura quede en manos de becarios, of course) de que el libro era el inicio de un nuevo movimiento literario que recuperaba LA BUENA LITERATURA DE SIEMPRE contra modernillos, mutantes y bazofia postmoderna varia. La red se llenó de comunicados de los restantes antologados que no querían saber nada del tema (puntos extra de bronca) y el NUEVO DRAMA se inscribía con letra de oro en la pequeña historia de la literatura española.

Amigos y amigas, demos tres hurras por el NUEVO DRAMA. De ahora en adelante, si quieres pasar a la posteridad de la música, la literatura, del campo que te apetezca, sigue la filosofía Ikea: MÓNTATELO TÚ MISMO:

El día en que podamos formar parte de un grupo artístico de vanguardia haciendo clic en una pestaña se acerca. Felicitémonos por ello, pazmundialeros.

1 Comment Already

  1. No sabes de que coño hablas.

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