Entrevista a la actriz Caroline Williams: “Soy feliz de ser la reina de las secuelas”

1. Escenas eliminadas. Al borde del abismo

Lo primero que se me ocurrió cuando me propusieron entrevistar a Caroline Williams fue que era imperativo que la entrevista tuviera lugar en EL SUPERPOLLO, el único local de Sitges que aspira a emular o recrear en parte la América de la comida rápida y los locales de carretera. Había que trasladarse, en la medida de lo posible, a los parajes tejanos en los que transcurre La matanza de Texas 2 (Tobe Hooper, 1986), filme que supuso el primer papel protagonista para esta chica, ya mujer, nacida en el mismo estado de Texas. Así se lo hice saber, poniéndome de pie de un salto, a las personas que en aquél momento se encontraban en la redacción del Diari de Sitges. Los maquetadores, casi al unísono, se lamentaron de no haber sabido hasta ese momento que en Sitges existía un local llamado EL SUPERPOLLO. Los chicos de la televisión empezaron a plantearse que podía ser divertido hacer una pequeña excursión y tomar algunas imágenes de recurso del restaurante. Gerard y Violeta, como propulsados por un muelle bajo sus asientos, se levantaron y, haciéndome señas, me indicaron que les acompañara. Álex y Natalia no quisieron ser menos y se pusieron a la cola de la improvisada comitiva. Los de la televisión, casi ofendidos por el hecho de que no les hiciéramos ni caso, dejaron pasar cincuenta y tantos segundos antes de seguirnos a una distancia prudencial. No sé como dieron con nosotros pasado ese tiempo: quizá caminábamos a cámara lenta.

Yo no me acabo de creer que lleven ahí desde 1965. Habrá que preguntar a los vecinos. (foto de Néstor F.)

Haciendo caso omiso de las miradas inquisidoras de las personas que a aquella hora de la mañana soñaban con que al día siguiente acertarían la cantidad exacta de café, leche y azúcar, recorrimos, en silencio, el trayecto que hay desde la redacción del periódico al jardín del Hotel Melià. Violeta, Gerard y yo nos detuvimos junto al borde de la piscina, para ver la cara que tenían nuestros dobles en el agua. Parecíamos el trío protagonista de una película de asesinatos noruega u holandesa. A unos metros, Natalia y Álex se enfrascaron en una extraña discusión sobre si las estrellas que ponían los críticos en las columnas de críticos eran planetas o satélites, estrellas ninja o de esas esotéricas tan propias del cine satánico. Los de la televisión se quedaron atrás, haciendo ver que grababan Dios sabe qué. Entonces, observados por nuestro propio reflejo, empezamos a discutir los pormenores de aquella operación. Como habría que proceder para que Caroline Williams se sentara en una mesa de EL SUPERPOLLO, a quién habría que llamar, si las arcas del Festival podían permitirse costear tres o cuatro menús de pollo con patatas o ensalada, etcétera. Hablamos de todo esto en un tono mortalmente serio y afectado, yo con las manos cruzadas detrás de la espalda, Gerard las tenía en los bolsillos de la americana, no recuerdo las de Violeta. Existía algo parecido a una calma tensa. Yo no sabía si me iban a empujar al agua, o si esperaban que yo les empujara a ellos dos. Yo estaba en el medio. Ellos iban demasiado bien vestidos. Maldita la hora en que se arrimaron tanto al borde de la piscina. ¿Era la piscina una metáfora?

Al cabo de quince minutos de reloj, Violeta dijo que ya estaba bien la broma. Yo dije que no, que iba en serio, que aquello era muy importante para mí. Gerard, desinteresado, preguntó si realmente iba en serio. Yo asentí. El distendido intervalo de ficción que creían estar viviendo se resquebrajó bajo sus pies. Empezaron a mirarme raro, a gesticular y a decir no sé qué, y acto seguido se giraron y se dispusieron a irse, dejándome solo con mi reflejo y mi entusiasmo entrevistador. Me miraron de reojo varias veces; no les vi pero lo presentí. Detrás suyo desfiló el resto de la redacción. Yo me quedé allí solo. Cuando me giré, vi, a lo lejos, que alguien que llevaba una acreditación colgada al cuello me hacía lo que le hace Kevin Bacon a Sean Penn al final de Mystic River, ese dichoso gesto con los dedos que implica que te han pillado. Me habían pillado. Aquél mediodía comí solo, junto a una ventana del comedor, mirando de vez en cuando mi reflejo en el cristal. “Yo lo sé y tú lo sabes. Aparta a Daniels del caso”, me dijo. “Eso es de Estallido”, le contesté. Mi reflejo se encogió de hombros.

2. Married redhead female. La entrevista

Pero todo volvió a su cauce y la entrevista finalmente tuvo lugar en el mismo jardín del Melià. Caroline Williams habla español. Bueno, quizá no lo habla, pero definitivamente hace algo más que chapurrear. “Soy una chica del sur, de Texas, y mi primera juventud la pasé haciendo anuncios publicitarios en México. La lengua es mi alma…”, me dice. Le comento que no lo lleva nada mal, con un poco de práctica podría dominar el español. “¡Eso intento!”, exclama. Se la ve radiante y hermosa a sus 54 años; sé que suena a una cosa de esas que se dicen para quedar bien, pero juro que, si no me hubiera dicho que está casada, la habría invitado a tomar una copa en el Paddy’s Bar. La actriz estadounidense ha venido a Sitges a recibir una Maria Honorífica y a presentar la proyección de La matanza de Texas 2, que se proyectó junto a El más allá (E tu vivrai nel terrore – L’aldilà, 1981) de Fulci en el marco de una flamante sesión Phenomena Grindhouse. Hace unos años que su carrera vuelve a estar movida, y quiere que lo siga estando: “Me encantan las comedias románticas y los musicales. Lo he probado casi todo y quiero seguir haciendo de todo. Si conocéis a alguien que busque a gente para un casting, una prueba, lo que sea, ¡avisadme!”. Ya lo sabéis. Bueno, empecemos con la entrevista…

Une femme mariée

La Matanza de Texas 2 fue tu debut en el cine de terror. ¿Habías visto la primera parte cuando te ofrecieron el papel? ¿Te gustaba el cine de género?

Vi la primera cuando se estrenó. Entonces yo estaba en Austin, Texas, y salía con un jugador de fútbol americano de la universidad de allí. Era la OU Weekend —un partido de fútbol americano entre las universidades de Texas y Oklahoma—, que sale en la película, y recuerdo que no pude ver La matanza de Texas (1974) original entera. Me sentía como un personaje más, tenía un miedo enorme, y lo que quería hacer, todo el rato, era llamar a la policía. Mi experiencia con el cine de terror, en general, tenia más que ver con cosas como El exorcista (The exorcist, William Friedkin, 1973) o La profecía (The omen, Richard Donner, 1976), o con los cuento de miedo que, de niñas, nos contábamos con mis primas. Me encanta que me asusten, pero La matanza de Texas 2 era algo muy diferente de estas películas. El cine de terror cambia y se reinventa constantemente, nunca llegará a un punto y final, a la excelencia definitiva, y eso me atrae mucho. Cuando supe que Tobe Hooper estaba preparando la secuela de su película, no dudé ni un momento en presentarme al casting para el papel protagonista. Él realmente cambió la forma de ver y entender el cine de terror.

Los rodajes con Tobe Hooper tienen fama de ser, como mínimo, peculiares. ¿Cómo fue trabajar con él?

Fue bastante loco. Él estaba montando Invasores de Marte (Invaders from Mars, 1986) al mismo tiempo que rodaba TCM2 —a partir de ahora me referiré a La Matanza 2 con esa abreviación—. Tenia un búnker lleno de montadores, y sólo disponía de tres o cuatro horas al día para rodar. Esas circunstancias le exigían mucho. La verdad es que yo no tuve que tomar ningún tipo de decisión: las escenas ya estaban preparadas, los diálogos de L. M. Kit Carson eran perfectos, no tenían precio, y yo me limité a hacer lo que ponía en el guión. Aparte de algún incidente aislado, todo fue muy bien…

¿Y qué recuerdas de Dennis Hopper?

Te parecerá increíble, pero el caso es que habíamos coincidido casualmente unos años antes, cuando yo estaba haciendo publicidad y él estaba rodando una película con un director español —Renacer (1981), de Bigas Luna—, pero entonces él bebía y se drogaba mucho, de manera que cuando empezamos a rodar TCM2 no se acordaba de mí. Pero en aquél momento concreto, ambos habíamos dejado el alcohol y las drogas, porque yo también había tenido mis aventuras, y surgió un gran vínculo entre nosotros. En el guión original de la película se dejaba caer que el personaje de Dennis Hopper había tenido un romance con la madre de mi personaje, Stretch, y se sugería que él podía ser mi padre. Todo eso se rodó, pero la Cannon, la productora, insistió en eliminar casi todo el desarrollo de personaje para tener las muertes, una detrás de otra. Creo que se cargaron la película. Me hace feliz que, aún así, los fans la adoren, pero la visión original de Tobe (Hooper) era mucho mejor que lo que finalmente se vio.

Alguna vez te han bautizado como la scream queen de las secuelas, ya que sales en El padrastro 2 (Jeff Burr, 1989), Leprechaun 3 (Brian Trenchard-Smith, 1995), Halloween 2 (2009) de Rob Zombie… ¿Se te ocurre alguna secuela en la que te haría ilusión participar?

Es difícil de decir… Soy feliz de ser la reina de las secuelas, no tengo ningún problema con ello. Pienso que, a menudo, hacer una continuación de una película requiere de mucha creatividad, porque los creadores tienen que estrujarse el cerebro para mantener a las audiencias interesadas. Pero la verdad es que de lo que tengo ganas es de hacer cosas nuevas, sobre todo ahora que hay tantos jóvenes cineastas de género, algunos de los cuales andan por aquí, en Sitges. Ahora estoy haciendo una película llamada Tales of Poe, y a su director, Bart Mastronardi, lo conocí en una convención. Le dije que me gustaría mucho trabajar con él y no tardó en llamarme. En otra película, Abolition (Mike Klassen, 2011), he coincidido con Reggie Bannister, de Phantasma (Don Coscarelli, 1979), que me ha recomendado para otros papeles… es emocionante trabajar con todos estos nuevos directores.

Nos gustaba el póster, de ahí el tamaño.

¿Cómo fue rodar Halloween 2 con Rob Zombie?

Fue rápido. La mía era la primera escena, el primer día de rodaje. Y cuando te toca ser la primera en rodar, quieres que todo salgo perfecto, que no haya ningún contratiempo. Rob (Zombie) es muy fácil de tratar y no se complica la vida, pero al mismo tiempo sabe exactamente qué es lo que quiere. No hará mil ensayos o repetirá la escena muchas veces. Hablamos bastante por teléfono antes del rodaje, y él me preguntó que haría para prepararme el papel de doctora. Le contesté: “¡pues voy a hacerme una maratón de Urgencias!”

Apareciste en un capítulo de Urgencias. ¿Compartes el entusiasmo general femenino hacia George Clooney?

¡No llegué a trabajar con Clooney! Pero sí trabajé con Eriq La Salle que, siendo sutil, te diré que es una persona difícil. Es un egoísta. Y el director de mi episodio no paraba de chillarme, todo el rato. ¡Y eso que era el marido de una amiga mía! No le podía soportar, no fue una buena experiencia. En el mundo de la televisión, cuando un actor se consolida en alguna serie y empieza a ser conocido, se vuelve terrible. Su personalidad cambia mucho… Tom Cruise, en cambio, es la mejor persona del mundo: amable, atento, decente, trata bien a todo el mundo.

Ya lo sabéis. Este tío es un bastardo.

Has hecho muchos pequeños papeles, tanto en cine como en televisión, pero pocos de comedia. ¿No te gusta ese género?

¡Me encanta la comedia! Pero en el cine, simplemente, no me ofrecen papeles de ese tipo. Y en la tele he hecho alguna cosa, como en De repente, Susan, pero es muy difícil entrar en ese mundo porque los directores de casting suelen preferir actores que ya hacen comedia a menudo. Pero una cosa que está genial del cine de terror es que siempre hay momentos absurdos o cómicos, que te permiten cambiar de registro.

¿A qué le tienes miedo?

No tengo miedo de demasiadas cosas, básicamente porque sé que, sea lo que sea, voy a poder soportarlo. He conocido a personas que han sufrido cosas terribles, y sé hasta donde puede llegar la fortaleza del ser humano. Y sé cuán amables y entregados pueden ser también a veces, sin pedir nada a cambio. Creo en la experiencia humana, y pienso que debo seguir adelante, y si alguna vez llego a encontrarme en una situación difícil o aterradora, encontraré la manera de salir de ella. Y de ser útil a los demás. Y, bueno, si te refieres a algo como quedarme tirada en una carretera solitaria con el coche averiado, ¡de acuerdo!, no te diré que no…

¿Cuál ha sido tu experiencia más terrorífica en la vida real?

Llevo dieciséis años casada, y mi vida ha sido muy tranquila y doméstica desde entonces. No he tenido muchas experiencias terroríficas, pero uno de los momentos que más me ha impactado fue el 11-S. Sobre todo porque fue un momento tan aleatorio… la gente se fue a trabajar, como cada día, y de golpe y porrazo veías a personas saltando por la ventana. Tengo muchos amigos en Nueva York, y creo que fue un momento que conmocionó a todo el mundo. Amo mi país, y creo que vivir aquello me hizo más fuerte como ciudadana del mundo. Me hizo más consciente del sufrimiento general, de ser parte de algo. Hoy en día, los estadounidenses hablamos compulsivamente, los unos con los otros, no podemos evitarlo. Fue un día extraordinario, que me acercó mucho a mi país y a mi gente.

Nos encantan las camisetas vintage. Y una idea: ¿Caroline Williams en ‘Pontypool 2’?