Los bajos de Arguelles, alguna noche de hace seis o siete años. Tomo unas copas con un amigo y éste me habla, borracho y apasionado, de la novela que ha empezado a escribir la semana anterior. Una historia coral donde un grupo de distintos personajes, hombres y mujeres, se relacionen a traves de los chats, las paginas de contactos, el msn y el correo electrónico. Mi amigo parece ilusionarse más y más mientras me lo explica: “Voy a incluir mensajes de móvil, discusiones en foros, sesiones de cibersexo… ¡Va a ser mi GRAN novela sobre Internet!”
Mi amigo nunca escribió aquella novela. Yo tampoco. Pero de un tiempo a esta parte, todos intentamos hacerlo, fracasando en el empeño en mayor o menor medida. Durante estos años y en diversos momentos de nuestras vidas, todos tuvimos una “gran novela sobre Internet” en ciernes, en la guantera, esperando ser escrita (primero), para luego ser publicada (enseguida) y de inmediato comprendida, sentida y aplaudida (por ese orden). Una novela que se valiera del nuevo lenguaje y del nuevo medio de interrelación, por entonces ya asimilado pero en continuo crecimiento, para reflejar, mejor o peor, las frustraciones que arrastrábamos y la soledad de la que no podíamos escapar, aunque disimuláramos mal que bien.
Ha pasado mucho tiempo de esto, y por fin, esa gran novela sobre Internet ha llegado. Se llama Otra dimensión y la ha escrito Grace Morales. Sí, la misma de Mondo Brutto. Es el segundo libro que publica su editorial y también el segundo de su autora.
Las buenas noticias son que ha salido a la luz y que es mucho mejor (lo siento) que la que hubiéramos podido escribir cualquiera de nosotros. Es triste, dolorosa, sensible y extrañamente esperanzadora. Justo lo que pretendíamos y no nos salía. Yo ya he eliminado (nadie habla de quemar a estas alturas, existiendo la papelera de reciclaje) el borrador de la mía. Y te recomiendo que hagas lo mismo si tienes algo parecido en Mis documentos. Grace se te ha adelantado. Pero la pequeña rabieta se te va a pasar justo cuando empieces a leerla y a disfrutarla. Prometido.
Felicidades por haber escrito una novela que no cae en los lugares comunes de identificar Internet con el vacío existencial de las sociedades modernas. ¿Qué opinas de ese tipo de discursos que culpan, sin matices, a las nuevas tecnologías de problemas que estaban presentes hace 20 años y lo estarán dentro de 50?
Gracias. Es el mismo tipo de discurso que echa la culpa del comportamiento de la gente a las drogas o a la violencia en el cine, pero no creo que nadie se lo tome en serio a estas alturas. Yo creo que es la falta de sentimientos en sociedades que por el contrario están hipersensibilizadas artificialmente lo que facilita este tipo de relaciones.
Hay dos momentos clave en “Otra dimensión”: los atentados del 11 de septiembre, con los que arranca, y los del 11 de marzo en Madrid. Mientras tanto, reflejas la evolución de Internet desde los primeros chats y el Messenger, hasta las webs de contactos y los clubs de intercambios de parejas. ¿En qué medida te parece que la amenaza de un enemigo invisible, como es el terrorismo, ha podido influir en nuestro refugio en el anonimato de la red?
Más que el propio terrorismo, el uso que de éste hacen poder y medios, lanzándolo desde la televisión, las portadas de prensa e Internet, esa amenaza diaria y global, la alarma constante. Por un lado, te aseguraban una forma de vida enclavada en terreno firme, un bienestar indudable, pero por otro te mostraban que eso podía terminar en cualquier momento y de la peor forma posible, te estaban preparando para el principio de un final que empezamos a ver ahora. Era lógico que mucha gente buscase en las relaciones anónimas una salida a un momento de desorientación, y de miedo.
Se nota que les tienes cariño a tus personajes y no los tratas con condescendencia. Parece como si de alguna forma desearas que se salvaran, con todas sus miserias y debilidades. ¿Hay alguno de ellos al que le tengas especial cariño, o con el que te hayas sentido más identificada mientras escribías?
Debe ser la edad. Estos personajes son como todo el mundo, medio miserables, medio buenos, medio faltos, con virtudes y carencias. Se esfuerzan, unos lo consiguen, otros no, unos porque tienen suerte, otros porque son más listos. No me identifico con uno en especial, pero me gusta mucho todo el universo de la oficina, los agentes de seguros, las secretarias, y el jefe, que es uno de mis favoritos.
Algunas de las partes del libro ya habían aparecido en Mondo Brutto. La novela cuenta con muchas tramas y personajes, pero al final consigues integrarlas todas con mucha coherencia y empaque. ¿Cómo fue todo este proceso? ¿Descartaste algunos personajes e historias?
Sí, había más personajes y las historias se alargaban, pero creo que de forma innecesaria. El proceso fue caótico, porque no tenía ni la más mínima idea de cómo se hacía una novela de estas características – en realidad de cómo se hacía una novela – y como soy muy exigente con lo que hago y nada de lo que iba saliendo me gustaba, el tiempo de planificación duró muchísimo, más de lo que debería. Que se lo pregunten al editor. Supongo que hubo quien pensó con mucho placer que nunca llegaría a terminarla.
Salta a la vista que estamos ante una novela muy personal con un proceso de documentación muy extenso y detallado. No voy a preguntarte por tus experiencias en la red, pero sí me gustaría que me dieras tu opinión, con la perspectiva del tiempo, de la utilidad de los chats y las webs de contactos para entablar relaciones personales.
Sobre la documentación, es bien fácil: por ejemplo, la lista de correo de Mondo Brutto, que era algo impresionante en la década de los dosmiles, me sirvió de base para gran parte de los temas. Sobre si he entrado en webs de contactos, claro, otra cosa es que los resultados personales hayan sido como en la novela, o lejanamente parecidos… Lo que sí está claro es que, ya no en páginas de este tipo, sino en la red, he conocido a mucha gente, y para bien. Eso sí, no he ido a ningún local de intercambios.
La tuya es esencialmente una novela de personajes. Hombres y mujeres pueden ser víctimas o verdugos dependiendo de la situación en que se encuentren, no hay triunfo absoluto. Habla también de las relaciones de poder, por eso no es extraño que acabe tocando el tema del sadomasoquismo. ¿Piensas que las relaciones siguen enfocándose hoy en día en estos términos? ¿Crees que continuamente pagamos con nuevas parejas el fracaso de relaciones, o aspiraciones, antiguas?
Las relaciones humanas no se entienden salvo en términos de poder. Da igual del tipo que sean. Lo importante es que, para no perder la cabeza muy pronto, uno pueda ir intercambiando, aunque sólo sea ligeramente, el rol de víctima-esclavo por un poquito de verdugo-amo en algún momento: con sus padres, con su pareja, con sus amigos, las mascotas… si siempre te tienen de víctima, o incluso de verdugo, la cosa puede acabar muy mal. Lo ideal sería, como los papeles de verdugo están ya repartidos y son difíciles de pillar, ser switch al cincuenta por ciento. La red ha hecho mucho bien para esto. Por ejemplo, uno es un desgraciado en su vida diaria, tiene un curro horrible, no tiene pareja, etc., pues puede crearse una personalidad diferente como sofisticado amo en una web sado, en un foro de contenidos alternativos., etc.
Otra dimensión puede leerse como un continuo coitus interruptus. Sus personajes hacen lo posible por salvarse, por escapar de la rutina, se ilusionan, pero luego, hasta sus proyectos más ambiciosos (desde la creación de una página web sobre fotos pornográficas, o de un club de contactos) acaban en nada. Parece como si estuvieran atrapados por fuerzas secretas que les empujaran no al fracaso, pero sí a una cierta resignación. Me gustaría preguntarte si crees en el destino. ¿En qué medida te parece que es posible escapar de él?
Me gusta pensar que no existe el determinismo, pero luego veo lo que pasa a mi alrededor, el curso de las vidas más cercanas, y da la toda la impresión de que hasta en el caos más absoluto, con todas las variables y el azar, hubiera cierta lógica. Fuerzas secretas, ojalá, pero una no voluntad por cambiar, la inercia y la resignación es lo que (no) mueven a mis personajes.
Esto se explica particularmente bien en tu aproximación al sexo. Da la impresión de que los encuentros más satisfactorios pasan en off, en la imaginación de los personajes o con un ordenador de por medio. En cambio, el cara a cara siempre acaba en un incumplimiento de las expectativas. ¿Por qué crees que los seres humanos aún somos incapaces de llevar nuestras fantasías a la realidad? ¿Qué falla, si está claro que no es la imaginación ni mucho menos la necesidad?
Esto era un recurso que les sucede a los personajes que más esperanzas ponen en sus sueños virtuales de triunfar en el sexo. No creo que en la realidad suceda así, porque el sexo ha sido convertido en herramienta masiva de ocio, en este caso era un homenaje a las historias del cine español, desde Azcona al landismo, donde los actores esperan hartarse de sexo y luego nada, aunque aquí es un personaje femenino el que vive esta experiencia, más que por falta de sexo satisfactorio, que también, por falta de una correspondencia en la realidad de su idea del amor de tele romance.
No creo, de todas formas, que hayas escrito una novela sin esperanza. Existe, pero también hay tanta amargura, tantos matices y tanta información, que a veces resulta difícil dar con ella. ¿La recomendarías como libro de autoayuda? Y si no es así… ¿puedes recomendar a los lectores de LPM alguno que merezca la pena?
Yo tampoco creo que sea una historia tan desolada. Tiene algunas situaciones ridículas, otras tristes, pero luego la gente se recupera más o menos. No muere ni enferma dolorosamente, o se queda en la calle sin trabajo y sin casa, que eso sí que son tragedias de verdad. Pero ¿libro de autoayuda?, definitivamente no. De libros de esos sólo tenía en casa, de cuando Círculo de Lectores, “Tus zonas erróneas”, y es un grupo de consejos de sentido común muy mal escrito.
La música es también muy importante. Cada situación tiene una música concreta, lo que le otorga una atmósfera muy particular y mucho más personal. Algunas de las canciones más importantes tienen su correspondencia en tu blog, donde hablas más detalladamente de ellas. ¿Cómo trabajaste esto mientras ibas construyendo las tramas? ¿Surgían las canciones a la hora de escribir cada escena, relacionándolas con situaciones concretas de los personajes?
Son la banda sonora de la novela. Cada personaje y situación tiene sus canciones. Salían naturales: el linuxero tenía que ser devoto de Duane Allman y el rock sinfónico, y su amor platónico, la moderna-gótica, de los Smashing Pumpkings; las parejas de cuarentones escucharían los éxitos del momento y en los locales donde se conocen, lo mismo, italodisco, tecnopop… La única licencia que me permití fue meter a David Bowie, aunque sin mencionarlo.
Uno de tus personajes tiene una lista de canciones para llorar. Te voy a pedir lo contrario: que nos hagas una lista personal de música que crees que nos podría ayudar a ser un poco más felices.
Esto es un mundo: podría decir que también hay música muy triste en apariencia que me hace sentir muy feliz, pero para no liarnos mucho, os dejo una pequeña lista de canciones para cualquier época y momento:
Ice Cream Man, Jonathan Richman
Wreckin´Bar, The Vaccines
Destination Venus, The Rezillos
Happy when it rains, The Jesus and Mary Chain
The train from Kansas City, The Shangri-las
Ace of Spades- Motörhead
Por último, hemos recopilado una serie de citas que hablan de temas clave de “Otra dimensión”: internet, las nuevas tecnologías y el fracaso de las relaciones afectivas. Me gustaría saber tu opinión sobre cada una de ellas y en qué medida estás de acuerdo o en desacuerdo con ellas:
“Estoy muy contento con la democratización que ha traído Internet. Y por la opinión que ha traído, pues la red es magnífica para la opinión. Pero para el periodismo de primera línea es una broma” (David Simon. Creador de “The Wire”).
Claro, pero ¿dónde está el problema? Simon sugiere que con cientos de millones de opinadores a tiempo total y en conexión permanente, el periodismo profesional está amenazado. En realidad no es así, es que la economía está acabando con el periodismo retribuido, e Internet es un sustituto, mucho más barato, de los medios tradicionales. Cualquiera puede dejar su opinión sobre cualquier cosa, creyendo ser un enorme experto en algo (bueno, en algo siempre relacionado con cosas que se creen fáciles, como la música o el cine, no creo que haya enormes expertos sobre física o matemáticas), y está bien, otra cosa es que eso le interese al resto, y termine confundiéndose con la labor de un crítico o una persona formada y con criterio.
“Lo que se dio en llamar “liberación de la mujer” le convenía más a los hombres, que veían en ella la posibilidad de multiplicar sus encuentros sexuales. Después vinieron la disolución de la pareja y de la familia, es decir, de las últimas comunidades que separaban al hombre del mercado. Creo que, en general, es una catástrofe humana; pero vuelven a ser las mujeres las que salen perdiendo” (Michel Houellebecq)
Lo peor es que tiene razón, sobre todo en cuanto al rol de la mujer, que ha salido muy mal parada de un cambio en el que se suponía ella iba a tener una autonomía y una libertad muy importante, y así ha sido, pero a un precio de esclavitud interior desconocido hasta la fecha. Pero, por ejemplo, en España esta teórica desaparición de la pareja y la familia yo no la veo como tal: la gente de mi edad está toda emparejada y enclavada firmemente en unidades familiares, y el que no lo está es un paria (pobre de él/ella). Los más jóvenes también aspiran a eso, no a vivir en comunas o de forma diferente.
“La tecnología está buenísima. El problema es usarla mal. Muchas veces te conecta pero no necesariamente te comunica. La vida moderna es así, no sólo la tecnología” (Gustavo Taretto, director de Medianeras)
Buenísima no sé, es un medio muy poderoso, y la gente tiene una necesidad desesperada de encontrar interlocutor, ya sea por internet o cara a cara.
“Internet sólo ha hecho que todo sea más superficial que antes. Y lo peor: no satisface ninguna de las necesidades humanas básicas y sólo sirve para marear la perdiz” (Enrique Rubio. Autor de “Tania con i”)
Hombre… no te proporciona casa, comida ni vestido, salvo que te lo quieras comprar en una web… y en cuanto a la superficialidad, las relaciones humanas son superficiales en el 90 por ciento. Quizá, si te llevas bien con tu pareja, o tienes un familiar o amigo de confianza…, y ya. Por lo tanto, qué más da que estés hablando con él por Skype que en persona.
“La verdad es que me ha asustado un poco, como si me hubiera visto en un espejo cóncavo (…) En general, la impresión que me llevo es que somos una generación de idiotas vanidosa, egoísta y con pretensiones de paleto (…) Gran parte de la gente irá de relación en relación sufriendo y haciendo daño. Otros se acostumbrarán a estar solos. Muy pocos tendrán familias estables.” (Comentario sacado de un blog de un usuario de Meetic).
Este comentario se podría extrapolar a la vida de muchas personas, con o sin Meetic, ¿no?
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