Entrevista a Noboru Iguchi, director de “Dead Sushi”: “Quiero hacer una película completamente normal, sin nada de violencia”

Cuando llegué a las oficinas de Sitges, poco antes de que empezara el festival —son algo así como un complejo de estancias blancas con ojo volador incluido como la que albergaba al protagonista de Mr. Stitch (Roger Avary, 1995)— me tenían preparado un suculento dossier con las personas a las que tendría que entrevistar una vez mi trabajo en el Diari del Festival empezara. Eran mujeres en su mayor parte, de todas las edades. Danielle Harris, Dee Wallace, Barbara Steele, Selena Gomez… Cada informe, grapado, contenía no sólo los datos biográficos de las chicas sino también varias fotografías de las susodichas en poses que iban de lo pícaro a lo directamente indecente, sacadas de la inmensa biblioteca de Google Images. El último informe era el de Noboru Iguchi, y como mis empleadores sabían que no me interesaría ver a , habían preferido adjuntarme capturas de pantalla de varias de sus películas, secuencias aberrantes que preferiría no consignar aquí. Sigo sin haber visto ninguna de sus películas, tarde o temprano me desvirgaré. Pero acepté, como no podía ser de otra manera, el encargo de entrevistarle. Lo doloroso fue que, al final, sólo entrevisté a hombres.

Iguchi y su mini-yo

Películas como las dos que presentó en esta edición de Sitges, Dead Sushi y Zombie Ass: Toilet of the dead, a las que precede una larga lista que incluye títulos como Tomie: unlimited, Karate-robo Zaborgar o Mutant Girls Squad acreditan a Noboru Iguchi como un consumado perpetrador de delirios fílmicos en los que la carne y la sangre son el denominador común, siempre con la nada desdeñable intención de celebrar las posibilidades que ofrece el cine para plasmar ideas e imágenes que puedan pegarse a tu retina cual líquido viscoso que mana de los genitales de un engendro mutante. Fue una entrevista algo cortante, puesto que las preguntas que yo hacía pasaban por el filtro de un traductor y finalmente llegan a él, reformuladas en japonés, que responde para que sus palabras hagan el circuito inverso. Además, Nacho Vigalondo, Carlos Vermut y compañía pululaban por ahí, y yo no podía dejar de mirar el DVD de Diamond Flash que Vermut le había regalado a Iguchi, elucubrando maneras de sustraerlo. Fue breve pero entrañable, y su asistenta me dio unas tarjetas de visita, que he perdido. La entrevista fue esto que sigue, apenas un tiento. Gracias, una vez más, al Diari de Sitges por permitirnos compartir la entrevista en La Paz Mundial.  ¡¡¡¡SUSHI!!!!

Tu carrera como director empezó en el cine para adultos. ¿Cómo fue dar el salto al cine fantástico viniendo de ahí?

En los años 90, en Japón se hacía un tipo de películas llamadas adult video (AV) que, de hecho, eran algo que tenía que hacer mucha de la gente que empezaba a moverse en el mundillo, para ganarse la vida. A partir de esa experiencia, lo que yo iba viendo era que quería rodar películas en las que el erotismo formara parte de una trama con más peso.

Aun siendo gráfica y extrema, la violencia en tus películas siempre es muy divertida de ver, incluso agradable. ¿Te has planteado rodar una película más contundente, en la que no haya ese ingrediente caricaturesco?

Me gustaría hacer películas más agresivas, sí, pero hasta ahora todos los proyectos que me han llegado van en la línea humorística que me caracteriza. En Japón, muchos directores hacen un cine más bien formal, serio, estricto, así que me siento orgulloso de ser tan distinto a ellos.

¿Qué crees que puedes tener en común con directores japoneses como Miike, Sion Sono o Yoshihiro Nishimura, que han trabajado, como tú, para la productora Sushi Typhoon?

Todos los que mencionas son mayores que yo, aunque cuando estaba estudiando cine estuve metido en un proyecto con el equipo de Sion Sono y, en cierto modo, fue todo un maestro para mí. Pero ya te digo, a mí me interesa poco lo que hacen muchos de los directores reputados ahora en Japón. Entiendo el cine como disponer de una caja de juguetes con los que puedes hacer cualquier cosa que te pase por la cabeza.

Quien haya visto algunas de tus películas sabrá que parten de premisas locas y retorcidas. En ellas abunda el delirio. ¿Hay algo así como la Gran Locura Final, una idea que quieras llevar a cabo imperiosamente?

Ahora mismo no se me ocurre nada en concreto, y creo que no he alcanzado mi grado máximo de locura, pero sí que tengo claros dos objetivos: uno es hacer una película totalmente normal, con una trama muy delimitada y sin nada de violencia, y el otro es irme al extremo opuesto, y realizar algo completamente anormal e ininteligible, una película que el público no pueda seguir por mucho que lo intente.

¿Tienes algún tabú, o algo que no te hayas atrevido a mostrar en pantalla?

Hay un tema que no he tocado aún, y que no sé si el público querrá ver o habrá algún productor que me la financie, pero me gustaría mostrar a dos mujeres que se gustan tanto que una de ellas quiere implantar en su propio cuerpo las partes de la otra. Es mad science, que exista un amor tan fuerte entre ellas que se traspase a la ciencia, la idea es hacer explícito, hasta un nivel doloroso, su vínculo.

¿Qué películas te gusta ver en el cine? ¿Algún placer culpable?

Sobre todo veo cine de terror, que sea cuanto más raro mejor. Me gusta lo extraño, en general, también me gusta el hentai, y directores como Jodorowski y David Lynch.

¿Te gustaría rodar una película en Estados Unidos, o fuera de Japón?

Es una de mis asignaturas pendientes, y de hecho hay posibilidades de que se concrete algún proyecto. La verdad es que tengo mucha curiosidad por saber cómo se trabaja allí.

Y de regalo, un fondo de escritorio.

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