30 películas low cost de las que es posible que no hayas oído hablar

Existe otro cine dentro del otro cine español. Aquel realizado por gente que, de momento, no es invitada a las fiestas ni aparece en las listas recurrentes ni navega a toda velocidad por las redes sociales. Sus películas no son ni mejores ni peores que las oficiales, pero sí pueden aportar algo de luz sobre las verdaderas razones del cine de guerrilla (creo que en estos momentos esta es la etiqueta que hay que usar). Algunas, pocas, son espléndidas. La gran mayoría interesantes. Unas cuantas, como las de Antonio Dyaz o Juan Pinzás, son precendentes tan importantes como poco citados a la hora de ahondar en las raíces del fenómeno. Y otras han aparecido hace tan sólo unos años, o unos meses, pero su repercusión en los medios ha sido escasa o nula, caso de las espléndidas Desechos o Capa caída.

Todas las aquí citadas nos gustan mucho a los chicos de La Paz Mundial. Incluso algunas nos gustan tanto que tenemos el detalle de no llamarlas low cost ni acusarlas, otra vez, de aquello de reinventar o reconstruir el cine, que de tanto reinventarlo por todas partes va a terminar pareciéndose a algo como la fontanería o la papiroflexia. No lo podemos evitar: aquí hemos sido siempre fans de los raros de la clase.

Con todos ustedes, el otro lado del cine low cost español. Los miembros que nunca estarán de moda pero que quizá, a la larga, acaben siendo los más listos de la clase. Glamour y modernidad, los justos. Ya me entienden.

OFF (Antonio Dyaz, 2002): Dyaz, escritor, productor y músico dark-punk, inició con esta película una trayectoria oscura, voluntariamente condenada al ostracismo, y casi siempre sugestiva. Arranca con los peores tics del cine experimental, pero luego engancha con un desarrollo lo suficientemente ingenioso. Una broma exquisita, hoy anticuada en su modernidad de entonces, que se permite declarar su amor a Lynch en créditos.

BILLY FREUD´S LAST NIGHT, TODO EN UNA SEMANA (Pablo Maqueda y Pedro Román, 2005): En la línea de homenajear al clásico de John Hughes Todo en un día (Ferris Bueller´s Day Off) y al cine adolescente norteamericano en general, el debut de Pablo Maqueda (Manic Pixie Dream Girl) en la dirección, en compañía de Pedro Román, representa una fresca y documentada interpretación de las claves y lugares comunes de un género cuya mejor virtud es llegar a funcionar, en un momento dado, como divertida comedia juvenil al uso, arropada por un vitalismo tan ingenuo como contagioso.

¡MALDITO BASTARDO! (Javi Camino, 2005) Como prolongación más o menos fiel al espíritu de su cortometraje “La consulta del Doctor Natalio” (2004), Javi Camino debuta en el largo con un estimulante cuento gótico a la gallega, lo más parecido a un cruce entre Wenceslao Fernández Flórez y las más arrebatadas locuras gore de Gordon y Yuzna. Sensacional trabajo de Pilar Miguélez.

DESHIELO (Toni Nievas, 2008) Rodo Geder y Salvador Oliva protagonizan esta desmañada odisea de dos pijos que se meten a hacer una película teniendo una idea nula del asunto. El resultado, pobretón, honrado, estirado y simpático, está a un paso de la tomadura de pelo, aunque no deja de ser loable como Nievas logra mantener el ritmo sin tener apenas nada que contar y la capacidad para que sus situaciones y chistes queden en la memoria. Todo lo apuntado aquí obtiene un resultado mucho más feliz en Domingueros, su siguiente y soberbio largo, epifanía de un humor cruel que se queda a la misma distancia del humanismo y la feroz misantropía, y en la un tanto más domesticada, pero apreciable, Como todas las mañanas.

LA NOVIA DE LÁZARO (Fernando Merinero, 2002): Posiblemente la película más redonda del siempre sorprendente Merinero, quien llevaba haciendo largometrajes con sus propios medios desde 1995, y cortos desde 1989, y que debutara con otra fábula cruel de urgente recuperación, Los hijos del viento. Tan feísta, desgarradora y desnuda como aquélla, todo en ella destila autenticidad, desde los diálogos hasta al soberbio elenco actoral, recuperando la impudicia de las mejores películas de Eloy de la Iglesia. Título imprescindible de un autor tan inclasificable como injustamente ninguneado, casi seguro que por su afición al salto sin red y su difícil inscripción dentro de cualquier tipo de corriente alternativa ajena a su radical concepción del cine. La visceral interpretación de Claudia Rojas recibió un merecido reconocimiento en el Festival de Málaga.

HERO MOON REDEMPTION (Javier Chavanel, 2012): Secuela inmediata de la felizmente subdesarrollada “Hero Moon” -que, como ésta, puede encontrarse también en Youtube, dividida en tres partes-, parodia de superhéroes macarra que, en cierta medida, precede el desmadre festivo de la magnífica “Capa caída”. Humor canario en estado puro- para bien y para mal-, hostias de mentira y chistes soeces en un mediometraje que con escasísimos medios consigue un ritmo frenético de gags que ya querrían para sí sus hermanos gigantes.

SÍNDROME (Liberto Rabal, 2004) Descompensado, irritante pero también por momentos sugerente experimento que el actor Liberto Rabal definió en su momento como un “trabajo de aprendizaje y provocación” y también, de paso, como “un poema fílmico”. Sin ser consciente de ello, el protagonista de Tranvía a la Malvarrosa estaba adelantándose a algunas de las claves del cine low cost más autoral de los años venideros, y trenzando curiosos hilos invisibles con las futuras obras de Fernando Merinero, Carlos Vermut o Pablo Hernando. Un irregular y abigarrado cóctel de sexo y drogas que, cuando se olvida sus ansias de epatar y sentar cátedra, deja escuchar (y respirar) a sus personajes.

ESTO NO ES UNA CITA (Guillermo Fernández Groizard, 2013): Disfrutable romcom más cerca de la clásica screwball comedy (o de los mejores Apatow o Kevin Smith) que de la gastada fórmula Globomedia, que transita por terrenos que la comedia española no visitaba desde la lejana y muy reivindicable “Nada en la nevera” de Fernández Armero. Convencen tanto la chispa de los diálogos como la interpretación de una entonada pareja protagonista con auténtica química. El happy end molesta, pero nos lo tragamos dentro de la atmósfera de buen rollo y modestia general.

RECOLETOS (ARRIBA Y ABAJO) (Pablo Llorca, 2012): Tras la sobriedad algo árida de El mundo que fue y el que es (2011),  el marciano y siempre interesante Pablo Llorca encara el cine político desde una perspectiva radicalmente distinta, a primera vista menos ambiciosa pero mucho más efectiva: la del thriller doméstico que genera tensión, conciencia y claustrofobia a partir de sus propias limitaciones tanto espaciales como presupuestarias. La película más accesible de su director y una de las más disfrutables. Inquietante Cesáreo Estébanez.

LAS FLORES DE BACH (JUAN FLAHN, 2001): Con la frase “Mi primer largometraje, grabado en vídeo, sin equipo ni presupuesto, espero que os guste”, Flahn, casi sin pretenderlo, daba por inaugurada una corriente de cine de bajo presupuesto, más cercana al arte y ensayo que a la serie B, a la que le iban a salir todo tipo de afines en un futuro cercano. Subida a Youtube en nueve partes, puede que su película tuviera algo de hija bastarda del primer Almodóvar -referencia inevitable y constante en el otro cine español, junto a Zulueta-, pero también una personalidad y un universo lo suficientemente personales y un trabajo actoral soberbio, al margen de una soberbia utilización de la escasez de recursos. Tal vez sea ésta una de las mejores obras de bajo presupuesto jamás realizadas en España, y desde luego una de las más subrepticiamente influyentes, y aún así, nunca la verás en ninguna lista.

OTRO VERANO (JORGE ARENILLAS, 2012): Debut en la dirección del guionista Jorge Arenillas, que transcurre íntegramente en un chalet en el que su protagonista debe encarar sus propios fantasmas. Bien construida y sobriamente filmada, su principal mérito reside en desarrollar una atmósfera turbia y enrarecida con escasos elementos, a lo que contribuye el notable trabajo de su trío protagonista y un guión  hilvanado con tanta sencillez como pericia.

CAPA CAÍDA (Santiago Alvarado, 2013): De nuevo, el formato del falso documental sirve de cómoda plataforma para una historia cómica, en este caso protagonizada por Magno, un superhéroe caído en desgracia al que le llegará una tardía oportunidad de redención. Ni el planteamiento ni el desarrollo son especialmente originales, pero tanto en la realización como en el guión hay abundantes golpes de ingenio, además de un humor negro muy saludable, que se zambulle con especial acierto y morbosa delectación en el retrato del fracaso de su protagonista (un estupendo Juanjo Pardo).

MAXIMUM SHAME (CARLOS ATANES, 2010): Tras la necesaria frialdad de la distópica F.A.Q.,  Atanes profundiza en su personalísimo cosmos y se hace un hara-kiri conceptual del todo coherente con su situación dentro de industria: su universo gana en humor y en autoconciencia, se expande y se desborda, dando lugar a uno de sus títulos más libres, cuya concentración de referencias no impide un arrasador espíritu lúdico. Philip K. Dick y Lem se citan en un país de las maravillas lleno de chascarrillos cyberpunk y números musicales, cuyo entregado reparto parece seguir a pies juntillas las directrices suicidas de uno de nuestros cineastas más incombustibles, que recientemente ha estrenado otra deliciosa pieza que prolonga el espíritu arrasador de ésta, Gallino, the chicken system. Los fans de Repo! The genetic opera o The forbidden zone tienen desde ya otro título de culto para añadir a su galería de exquisitos horrores.

CAMINO A LA LOCURA (Ado Santana, 2008): Clásica historia de psychokiller en un entorno opresivo que a día de hoy continúa siendo la mejor película del canario Ado Santana, en parte por la meritoria y excesiva interpretación de Luifer Rodríguez. A día de hoy, la mugre isleña y malrollera del director de Amarillo funciona como el sucedáneo más fiel al celebrado feísmo de los mejores títulos de suspense y terror de los setenta.

 

FELISINDA (Popita y Pecoso, 2005): Una debilidad personal y caprichosa de quien esto escribe. Tanto es así que ni siquiera es una película, sino una suerte de webserie escrita, dirigida y protagoniza por los miembros del grupo Superputa, responsables del celebérrimo tema “Maricones, no gracias”. Imprescindible para entender un cine alternativo español que tenga más presente a Waters que a Rohmer.

 

FEA (FÉLIX SABROSO Y DUNIA AYASO, 1994): Como “Las flores de Bach”, otro título de culto de clara herencia almodovariana, una pieza de culto trash que anticipara los caminos del low cost amiguetil con desparpajo y bilis, obra de unos directores que dieron lo mejor de sí mismos, quién lo iba a decir, cuando abandonaron la comedia loca que parecía ser su sino. Hoy día sobrevive en el recuerdo de algunos como una joya de difícil captura y desenfreno coyuntural, especie de puente entre “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón” y “Cinema verité verité” de Elena Manrique.

MUNDO FANTÁSTICO (MAX LEMCKE, 2004): Lemcke (Casual day, 5 metros cuadrados) debutó con este agridulce, discreto y decididamente amable retrato del submundo de los peep shows a través de la relación de dos amigas y el bosquejo de sus desencuentros, sueños y aspiraciones frustradas. A la película le interesa más el primer plano que el contexto, y prioriza lo sentimental sobre el efectismo de sus ambientes, dejando asomar, a ratos, una capacidad para la observación notable. El resultado, reforzado por unas buenas interpretaciones de sus protagonistas, tal vez sepa a poco pero tiene el valor de anticipar el estilo y los temas que su autor iría desarrollando en su irregular pero siempre coherente obra venidera. Con todo, uno se queda con “Las alegres chicas de El Molino” de José Antonio de la Loma.

HAMELÍN (CARLOS RIVERO, ALONSO VALBUENA, 2013): Uno de los más oscuros #littlesecretfilms, en parte por su estreno fuera de plazo y ajeno al lanzamiento oficial del proyecto y a sus cabezas reconocibles. Es una pena porque constituye una propuesta de cierto interés y enfermizo encanto, con más de un punto en común con la más lograda Undo infinito de Álex Mendíbil, bien por su acercamiento al terror cotidiano de la mano de una relación de pareja –en este caso, la de dos hermanos-, como por su utilización de la imagen del vídeo doméstico como recipiente de un horror inaprensible y absoluto, anclado en nuestros miedos más elementales.

BELLOS SUICIDIOS (Rafael Gordon, 2011): El cine de Rafael Gordon, moviéndose siempre, y no siempre con paso firme, entre lo narrativo y lo descriptivo, entre el relato al uso y el teatro filmado, y entre la ficción y el documental, representa una corriente subterránea del rutinario panorama imperante que se antoja cuando menos sugestiva para los espectadores cansados de recibir las mismas raciones con similares etiquetas. Bellos suicidios se columpia constantemente entre el hallazgo y el ridículo, y cuenta con todos los tics y defectos de lo que resultaría si mezcláramos una sesión de teatro marginal de vanguardia de la Tabacalera con una apología católica y tradicionalista, pero ante sus imágenes, uno puede elegir entre sonrojarse o dejarse llevar por la insobornable personalidad de quien podría ser fácilmente nuestro Terrence Malick de bolsillo o pitillera (si le dejaran…)

EL DESENLACE (JUAN PINZÁS, 2005)

La película más redonda del vigués Juan Pinzás, ese curiosísimo personaje que un día tuvo la feliz y loca idea de ponerse a hacer Cine Dogma en España… sin saber que en el fondo, y sin la coartada de Von Trier, estaba haciendo algo parecido a lo que años más tarde se llamaría low cost. La más lograda de la trilogía inaugurada por “Érase otra vez” y protagonizada por el personaje de Beatriz The best. Otra cosa no, pero Pinzás no tiene clemencia alguna con sus criaturas, y su recorrido es intenso, agitado y extenuante. Soberbios intérpretes.

DOS TRISTES TIGRES (Julian Teurlais, David Ortiz, 2013): La abrumadoramente patética convivencia de dos cuarentones que comparten piso sirve de excusa para reflejar una mirada nihilista y nada complaciente sobre un cierto estado de las cosas. Durante su poco más de hora y diez minutos, el espectador carece de cualquier tipo de asidero: apenas hay humor que funcione como lenitivo (como sí ocurre en Cavestany, en Padial, o en Nievas), y las escenas se suceden de forma desnuda y feísta, con una renuncia muy consciente a cualquier voluntad de estilo. Esta película oscura e imperfecta (a veces su dureza resulta algo impostada, hasta el punto de que uno se permite dudar de las verdaderas intenciones de sus autores-actores) sería un reflejo perfecto de la Nada, si esa misma nada, en estos momentos, no significara tantas cosas, y estas mismas cosas no fueran, a fin de cuentas, tan dolorosamente reconocibles. Sin duda, el Apocalipsis absoluto del cine gotelé, la negación de #littlesecretfilm y una de sus mejores películas, y la descarnada crónica antihipster que en el fondo nos merecemos. Una pena el título.

TRUE LOVE (ION DE SOSA, 2011): Cojamos por un momento MAPA de Siminiani y quitémosle su calculada estructura, sus pretensiones de estilo, su esqueleto argumental, el background de sus personajes y sus juegos explícitos con el metalenguaje. Es decir, quitemosle a MAPA todo lo que funciona de MAPA, y obtendremos una obra más caótica y deslavazada, carente de su garra y empaque, pero qué duda cabe que más auténtica y real. Los fans de “El futuro” pueden buscar pistas de su capacidad hipnótica tanto en la fabulosa “Los materiales” (del Colectivo Los Hijos) como en este autoconsciente, desnudo, abierto, generoso y narcicista artefacto de Ion de Sosa- montado junto con Velasco Broca-, que suple la falta de norte (y de estilo concreto) de su desarrollo con una saludable, y hasta tierna, cara dura. Tanto en su concepción platónica del amor como en la idea de la inspiración y el arte que deja entrever, True Love resulta una obra profundamente adolescente, en todos y cada uno de los sentidos del término. Disponible en http://plat.tv/

 

DESECHOS (David Marqués, 2010): Junto con  “Como todas las mañanas” de Toni Nievas, una de las miradas más corrosivas realizadas sobre la crisis económica y espiritual de todo el país, fundada en un planteamiento digno de Marco Ferreri: dos compañeros de piso proponen subarrendar una de los armarios de su piso como vivienda. Pese a una cierta reiteración y a la obviedad de su desenlace, se trata de la mejor película de su director, el siempre interesante David Marqués, que ya se adelantara a la actual moda de cine de la supervivencia con el díptico formado por “Cualquiera” (2003) y “Aislados”(2005). Cinco años le costó sacar a flote su siguiente proyecto, esta deliciosa peripecia cuya evidente amargura no impide que sus mejores gags funcionen con una precisión que no tiene nada de azarosa. Espléndido trío protagonista, en el que destaca un Tejero mucho más inspirado que en sus más conocidos trabajos dentro del mainstream patrio.

SAVING ISIS (Love Jordina, 2012): Fábula new-age, oscuramente lírica y pomposamente post-apocalíptica, situada en el Nuevo Méjico del año 2015, con el protagonismo absoluto de la polifacética Jill Love. A ratos parece una actualización de ciertos títulos hippies del cine de la transición con latiguillos feministas, de vez en cuando una versión nudista de “El cosmonauta” y las más de las veces, un sueño erótico compartido por Julio Medem y Fernando Merinero sobre la arena de las costas ibicencas.

DVA (Manuel Mira, 2010): Algo bastante singular, casi inaudito: una película española low cost con el sexo como tema central. La ciudad de Barcelona sirve de escenario para un mosaico de historias y relaciones entre personajes solitarios, atormentados y marcados por una disfuncionalidad más o menos enraizada y más o menos irreparable. Les juro que es más entretenido de lo que suena, principalmente por el sello turbio, malrollero y nada complaciente que su realizador consigue imprimir a sus imágenes. Una incómoda falta de concreción en sus intenciones -¿o directamente falta de ambición?- impide al apreciable resultado volar más alto.

EMBRIÓN (Gonzalo López, 2008): Una las favoritas de La Paz Mundial en esta larga lista, reinvindicada en su momento por nuestro colaborador más visceral, Toni Junyent. Inspirada por una película de Wakamatsu de 1966, Embrión cuenta la historia de un secuestro únicamente con dos personajes y un escenario. El resultado es una película pequeña, honesta y valiente, que funciona mucho mejor como divertimento de género que como película de tesis, con un tono deliciosamente misógino y veladamente provocador que, aún así, se las ingenia para huir de los efectismos gratuitos y la demagogia. Se echa falta un poco más de temperatura sexual, es verdad, pero la mayoría de los diálogos son impagables.

 

CARNE CRUDA (Tirso Calero, 2011): Simpático homenaje al cine de caníbales setentero parcialmente frustrado por un humor y un desarrollo que no se atreve a ser todo lo cafre que debiera. Con todo, representa una dignísima herencia de la senda abierta por señores como Pedro Temboury, Manuel Romo y Borja Crespo y es un divertimento disfrutable en buena medida por unas interpretaciones entregadas a la causa y la feliz recuperación de Susana Estrada en un divertido personaje que se lleva las mejores líneas y escenas de la película.

 

MÍ (César del Álamo, 2010): Una pesadilla esquizoide y onírica que remite tanto al giallo –especialmente a Shock de Bava, o a Siete notas en negro, de Fulci, dos referentes de peso-, como al clima parasexual de Roman Polanski. Apoyada casi completamente en el maravilloso trabajo de Maya Reyes, lo mejor que se puede decir de es que nunca se queda por debajo de sus estimables, pero también muy ambiciosos, propósitos. Seguidamente, del Álamo continuaría homenajeando al giallo desde una perspectiva más cándida y cuasisatírica, con Buenas noches, dijo la señorita pájaro, más referencial y cómplice, pero también menos conseguida que ésta.

OPEN 24 H (Carles Torras, 2011): Setenta minutos de opresivo blanco y negro para narrar el día a día de un vigilante nocturno atrapado no sólo en la rutina de su trabajo sino en las numerosas cargas de su vida cotidiana, como la responsabilidad de cuidar a su hermano discapacitado. En frío, la historia puede parecer de un amarillismo de lo más ramplón, pero la mirada del director es lo suficiente limpia como para que el conjunto deje el regusto amargo que sus responsables pretendían con su tono distanciado y documental. Tras las espléndidas Joves –que continúa siendo su mejor película- y Trash, Torras se confirma como uno de los realizadores con un mayor control de su universo de toda una generación de jóvenes cineastas. Ahora sólo hace falta que alguien lo descubra.

 

VLOGGER (Ricard Gras, 2011): Encantadora intriga que posiblemente ya naciera anacrónica pero de la que puede intuirse que el paso de los años dotará de un delicioso encanto kitsch, el mismo que poseen todas las obras que se construyen desde sus inicios con la conmovedora pretensión de sumarse al carro de una modernidad perecedera. Cuenta la historia de Tania, una estudiante de informática que prepara un trabajo sobre mundos virtuales, y se verá envuelta en una divertida trama terrorista en la que su hermano desaparecido –y su avatar en el Second Life, ¿alguien lo recuerda ya?- tendrán capital importancia. Gras no tiene la personalidad y la capacidad atmosférica de Atanes y Dyaz, ni su coraza teórica, pero, a cambio, su historia es mucho más disfrutable como divertimento pulp.

2 Comments Already

  1. Hola!!! También estamos nosotros ;) http://losinocenteslapelicula.com #creíasqueeraunabroma? #Sitges2013

  2. Una lista muy interesante, con mucho que explorar.

    Por cierto, “Otro verano” puede verse gratis (y en HD) aquí:

    Un saludo.

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