Las mejores mujeres de 2012

ACTRICES

Claire Danes/Jessica Chastain: hace años ya que Buffy Summers colgó el hábito de salvar el mundo cada verano, pero este año pasado hemos tenido a unas cuantas heroínas a las que consagrar nuestras poluciones nocturnas. Claire Danes y la Chastain, en la serie Homeland y en el film La noche más oscura respectivamente, entregaron ambas un cadáver con lacito al pueblo norteamericano (ejem, ejem): la rubia, el de Abu Nazir, y la pelirroja, el del mismísimo Bin Laden. A ambas las hemos visto descomponerse y volverse a componer. Lodge Kerrigan, el director de Clean, Shaven o Keane, filmó a Carrie Mathison (Danes) en su peor momento, en los aterradores minutos finales del capítulo 2×02 de Homeland. Y Kathryn Bigelow casi nos felicitó las uvas, en el último y hermoso plano de La noche más oscura, con las lágrimas de la agente de la CIA a la que interpreta Jessica Chastain. A la que también hemos visto en la notable Take Shelter, que nos llegó con retraso, y dicen que sale desnuda en Lawless de John Hillcoat.

LAMENTO EL SPOILER SOBRE HOMELAND, SI NO LO HABIAIS VISTO AUN.

Una foto muy rara de Greta Gerwig, una pose muy “Girls”

Greta Gerwig: algunos de mis amigos decían conocer de toda la vida a esta rubia encantadora. Yo, sin embargo, la descubrí este año en Damiselas en apuros, el delicioso regreso de Whit Stillman al cine, tras once años que, no lo sabíamos, no nos habíamos dado cuenta, pero han sido demasiado largos. Ojalá Woody Allen espaciara más sus últimas películas, quizá serían mejores. Gerwig era de lo mejor de A Roma con amor, la última peli de este tipo con gafas tan simpático que se casó con su hija adoptiva. En Damiselas en apuros hay un montón de frases y situaciones para enmarcar, pero si tengo que quedarme con una, rememoraré el momento en el que una chica que se acaba de intentar suicidar le describe a Violet, el personaje de Gerwig, como lucían los ojos de su novio cuando se amaban. La chica le dice algo así como: “Sus ojos tenían ese brillo tan intenso, que podías percibir su amor… ¿Tú sabes lo que es eso?” Y Violet, confundida, responde: “No, no sé lo que es eso”. Ternura infinita.

Marushka Detmers: no veo cine porno y eso, entre otras cosas, me ha impedido escribir una lista de “Las mejores mamadas vistas en cine, televisión y en clubes liberales en 2012”, pero, por cortesía del gran Marco Bellocchio, y de la Filmoteca de Catalunya, pude ver en pantalla grande una felación. La persona que me acompañó hizo trampa; me dijo que ya había visto esa escena varias veces en Youtube, para prepararse. Yo sólo la vi una vez, porque ciertas experiencias no merecen ser consumidas en bucle, eso de alguna manera las desvirtúa. La mamada se la hace una pelirroja increíble, Marushka Detmers, a un actor cuyo nombre no recuerdo. Poca luz, creo que natural, y apenas cuatro palabras de júbilo balbuceadas, entre chupada y chupada, las justas, y ciertas expresiones en los ojos y en la boca de la actriz holandesa, que protagonizó Prénom: Carmen de Godard y nació un 16 de diciembre, casi como yo, pero dándole la vuelta al seis… La película en la que tiene lugar la mamada, que se me ha olvidado decirlo, es El diablo en el cuerpo.

Marushka Detmers quiere hacerlo contigo

Parker Posey: el verano pasado vimos a Louie C. K. siendo prácticamente violado por Melissa Leo; Chloe Sevigny le hizo una paja y Robin Williams le dio un abrazo, pero mi secundaria favorita fue Parker Posey, la actriz fetiche de Hal Hartley, que se materializó en el interior de una librería para devolverle a Louie, durante un rato, la fe en el amor y en algunas cosas bonitas. Y para ponerlo cara a cara con el abismo, en una escena antológica y terrible que es de lo mejor que he visto en 2012.

Sheri Moon Zombie: The Lords of Salem, la nueva de Rob Zombie, no estaba nada mal, por más que la jugada del rockero-cineasta descolocara a muchos. Pero os confesaré que lo que de veras yo le agradezco enormemente a Zombie y a su divina esposa (y protagopnista de la peli) es que, al fin, crearan un papel protagonista para una chica con rastas. Desconozco de quien fue la idea, si de él o de ella, o si fue mero valor añadido, pero fue todo un detalle, Rob. De la misma manera opino que Caótica Ana de Medem también podría haber estado muy bien si el flujo narrativo de la película se detuviera en el momento en el que Manuela Vellés, aún con rastas, sale desnuda de la playa. Llenar noventa minutos con planos de su día de playa, desde distintos ángulos, usando filtros de color e introduciendo cada cierto tiempo a personajes extravagantes con los que tiene conversaciones ininteligibles. Personajes que proceden del futuro, acaban de ver El árbol de la vida de Malick, y regresan al pasado para recabar opiniones sobre la película.

Al Pacino, por su meritoria interpretación femenina en Jack & Jill.

MÚSICAS

Lucia Micarelli: por estar ahí. Por tocar el violín, y cantar, y haber nacido.

Sé que David Simon guarda varios ases en la manga por si las audiencias de Treme flaquearan. Uno tendría que ver con la irrupción en la trama de los componentes del grupo KATRINA AND THE WAVES, que reclaman para sí la atención mediática que tuvo en su momento el huracán Katrina, a su parecer desproporcionada. La otra idea de Simon es que Steve Zahn, que interpreta al novio de Lucia Micarelli en la serie, abdica de sus bienintencionados y siempre fallidos proyectos musicales y le propone a su novia rodar una película porno de bajo presupuesto. Porno político: según el guión, Annie viaja a Washington y logra entrevistarse con el presidente Obama cuando este sale a comprar cigarrillos para un misterioso empleado de la Casa Blanca al que le faltan un brazo y una pierna. Annie (Micarelli) se ofrece a mamársela a Obama en el despacho oval a cambio de que no se olvide de Nueva Orleans. Obama dice que siempre piensa en Nueva Orleans, uno o dos minutos al día, luego acepta la propuesta y ambos pasean durante un buen rato por la Casa Blanca, pero hay mucha gente, el despacho oval está ocupado, y no encuentran la manera de hacerlo. Al final Barack se cansa, acaricia la mejilla de Lucia/Annie y le dice: “otra vez será, conejita”. Obama sería interpretado por los actores Clarke Peters y Wendell Pierce, alternativamente, cambiando cada tres minutos. En el autobús de regreso a Nueva Orleans, Annie reconoce a Terry O’Quinn y a Michael Emerson, que apuntan cosas en una libreta, dos asientos detrás de ella, pero no les dice nada. En el bus también viaja el director de cine Michael Cimino, pero Annie no le reconoce. Cuando el personaje de Steve Zahn termina de escribir el guión de su película porno, descubre que en ella no hay escenas de sexo. Primero piensa en incluir algunas, pero no se le acaban de ocurrir y lo tira a la basura. Luego piensa que el reverso de las hojas le irá bien para apuntar cosas, recupera el guión y acomoda el fajo de papeles, de mala manera, encima de unos libros.

“Vuelve a tocármela, Lucia”

A Maria Rodés me la encontré una vez en el metro, en verano, y tuvimos una breve conversación en la que me fue grato comprobar que le importaba tan poco como a mí el destino (futbolístico, jejeje) de España. Encima, su segundo disco (tercero sin contamos el de Oníric), Sueño triangular, tiene cierta cualidad etérea, dispersa, que lo hace sumamente agradable al oído. Con su prosa musicada me suele pasar algo curioso y divertido, que es que no me acuerdo de las letras enteras, pero sí de algunos grupos de palabras, frases sueltas, medias frases, como “especulando con la posibilidad” o “poder estirar els cabells de la gent que m’estima”.

PRESENTADORAS DE TELEVISIÓN

Sandra Sabatés: en realidad no sé quien es esta persona ni que programa presenta, pero le pregunté a un amigo que en ocasiones ve la tele por presentadoras de televisión y chicas que estuvieran bien para esta lista. Me dijo varias, las busqué en Google y me quedé con esta, por ninguna razón en particular. Supongo que porque en ese momento me pareció guapa.

Vaya par de… idiotas

CHICAS QUE PODRÍAMOS DECIR QUE EXISTEN EN LA REALIDAD MÁS O MENOS INMEDIATA

Eva Herrero abandonó la cabina de prensa del Festival de Sitges y nos dejó huérfanos de una figura femenina preponderante, una Ripley para nuestra Nostromo particular, un contrapunto elegante y sensual a la pareja Sala/Hostench. Y es que, aunque no supe realmente su nombre hasta hace uno o dos años, la confundía con María Castells, ella siempre estuvo allí, desde que tengo memoria de haber estado acreditado para el festival. A menudo pensé que vestía demasiado bien, que si había un apocalipsis o una invasión zombie tendría que romperse un poco la falda para correr, igual que hace Buffy frente a un empleado de banca en un capítulo de la sexta o la séptima temporada de la serie.

Elia Solà tiene 35 intolerancias alimentarias. Y tener treinta y cinco intolerancias alimentarias, a nivel semántico, es una maravilla. Me refiero a que, no sé, a mi me gustaría mucho decir esas palabras: trenta y cinco intolerancias alimentarias. Suenan muy bien, y riman. Son poesía. Igual que es poesía, en mi memoria, una cena en un restaurante chino de la calle Tallers, éramos varias personas (no era una cita), algunos veníamos de ver Avaricia de Von Stroheim y luego íbamos a celebrar el cumpleaños de Néstor F. Lo que ocurrió, disculpad el inciso, es que siempre he asociado los restaurantes chinos a la frialdad. Son lugares en los que se come más o menos bien, llenas el estómago, que es de lo que se trata, pero ese restaurante en particular tenía un empleado español que se pasó toda la velada haciéndonos bromas, vacilándonos y atendiéndonos con todo lujo de detalles. Pese a las 35 intolerancias alimentarias de Elia logró acordar con ella un menú. Era un tipo de lo más cachondo, de esos que viene bien conocer por si un día te piden una lista de los diez mejores empleados de restaurantes chinos.

Hipólita Bell, en realidad, no existe. Es el remitente de un mensaje de spam. Pero es el mensaje de spam más adorable que me han mandado en toda mi vida. Puse un anuncio en una página de contactos y esta fue una de las respuestas que recibí (traducida del catalán): “Estimado señor: Me llamo Hipólita. En diciembre haré 19 años y soy estudiante de Filología Clásica. Me considero a mí misma una persona de carácter, pero dulce, comprensiva y especialmente empática. Tengo flores en los cabellos y libros encima de la mesa. Tengo una mentalidad estricta y un brillante futuro de escritora de ciencia ficción fracasada. Soy fina, alta y bien proporcionada. Me gusta el rock, preferiblemente el grunge, la música clásica, y hacer intentos de cantar ópera. Me gustan las personas. No quiero dar por supuesto que usted pueda sentir curiosidad por mi persona. Pero, si alguna vez la siente, no dude en contactarme. Desde el fondo del alma, Hipólita”.

Y, para terminar, con la sigla E. me referiré a una masajista que le propinó a mi miembro algo que las masajistas tántricas llaman lingam pero que quien no se acaba de creer el rollo lo llama una paja algo retorcida. No es mi caso, yo me lo creo. Contraté sus servicios y pude constatar unas cuantas cosas: una es que si me tocan con la punta de los dedos en un punto muy determinado de la espalda, llegando a la nuca, me dan unos calambres la mar de agradables. La otra es que estar tumbado boca arriba y ver borrosa a una mujer desnuda que te está trabajando el torso y los brazos tiene algo lisérgico y muy excitante. En lo que respecta al lingam en sí, a la estimulación de mi sufrida polla diré que fue una salvajada muy extraña que rebasó de alguna manera la definición que yo tenía hasta el momento para el placer. Mierda, suena realmente jodido. Lo siento.

Y yo creo que ya basta, ¿no? Esto debería acabarse aquí, con una buena paja, lo primero lo cantaban los Astrud, lo segundo lo digo yo, que ya he perdido el mínimo sentido de la decencia que pretendí imponerme al empezar a escribir esta elegía mujeriega de cagadero. Deberíamos haber incluido un extracto de nuestros pequeños debates sobre Tess, una de las camareras del Iposa, el que fue nuestro restaurante favorito hasta que subieron el precio, y dilucidar que tinte de pelo le queda mejor. Pero me doy cuenta de que, si algo suele caracterizar a las dichosas listas de lo mejor y lo peor del año es la manejabilidad, el poder leerlas en diagonal, y lo que hoy os traigo es más bien un desvarío por entregas que, si a algo puede aspirar, es a ser incluido en una lista de las peores o las más absurdas listas del año.

Nick Brody leyendo LA PAZ MUNDIAL (mientras se cargan unas fotos guarras)

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