Una de las críticas más habituales que se suelen hacer del festival de Sitges es que los lugares para comer son escasos y demasiados caros. Es mentira. En primer lugar, siempre se puede no comer. O racionar los bocadillos de tortilla y sobrasada a la entrada del Auditorio: con cinco euros puedes aguantar sin problemas una semana o incluso dos, es decir, más que la duración del propio festival. Y si nada de esto te convence, hay lugares como la pizzería gallega de enfrente del Retiro, Los vikingos o el nunca suficientemente loado SUPERPOLLO que ya son de culto para nosotros. O las máquinas expendedoras de las pensiones o las saunas a la vuelta de los maratones. Además, bien mirado, ya hay suficientemente tiempo para comer durante todo el año. Aquí venimos para ver cine y luego destriparlo. Para provocar indigestiones de spoilers al vulgo, que no es poco.
Como en La Paz Mundial no aspiramos a ser ningún medio serio ya que esto acabaría con nuestra libertad y con nuestro indiscutible encanto marginal, no tenemos la obligación de seguir la sección oficial al pie de la letra. Si a veces vemos alguna película de ella, es más bien por casualidad, o porque nos despertamos inesperadamente en medio del Auditorio. Disfrutamos más haciendo pequeñas excursiones por el Retiro o el Prado, y viendo películas cuya relación con lo fantástico es sólo tangencial, disfuncional o ilusoria. En ese plan vimos VLOGGER, una película sobre el Second Life, es decir, una obra más histórica que futurista a estas alturas, que mezcla alegremente Facebook, Spoty, una prota con relativo gancho y carisma, terrorismo de mercadillo y avatares retromolones durante hora y cuarto. Consigue una discreta tensión y eso ya tiene mérito. La rareza sin llegar a entusiasmarnos, consiguió ganarse nuestro cariño. Lo mismo podemos decir de OPEN 24 H, que era una especie de película social sin concesiones sociales, o un Biutiful catalán sin aspiraciones poético-numereras. O KILL ME PLEASE, negrísimo teatrillo cachondo con la eutanasia de fondo, rodado en blanco y negro por los responsables de OCURRIÓ CERCA DE SU CASA. Lejos de la brutal comicidad de ésta, pero igualmente notable y eficaz en su inclemente exposición de la barbarie humana, una especie de comedia Ealing que prefiere el suicidio al asesinato como elemento desestabilizador.
Pero en La Paz Mundial somos también un poco estúpidos o demasiado ingenuos, los que nos conocen en persona lo saben bien. No sé en qué momento nos pareció buena idea meternos en una maratón de cortos de ciencia-ficción con un colofón tan soporífero como LOVE que como grupo tenía un holgado pase, pero como película es tremenda. ¿Cómo sería “Moon” si en ella no pasara… absolutamente nada? Pues sería “Love”. Los cortos también tuvieron lo suyo, especialmente uno futurista de un mundo donde todo el mundo hablaba italiano y había cucarachas radioactivas por el suelo. No entiendo a la gente que hace cortos de ciencia-ficción de la misma forma que tampoco entiendo a la gente que hace adaptaciones de Edgar Allan Poe. No me gustaría intimar con nadie que haga cortos de ciencia- ficción. No me gustaría tener sexo con nadie que haga cortos de ciencia-ficción. Que le cuenten a otros el cuento de las naves interestelares, de los agujeros gusano y de los trajes sintéticos. ¡El cine tiene que ser evasivo, pero todo tiene un límite! Y es que ese realismo evasivo, o esa evasión obsesivamente centrada en hacer creíble hasta la más estúpida de las quimeras de la mano de la técnica y el diseñador de turno, es lo que me saca de mis casillas. El eco del cyberpunk produce monstruos como rosquillas, y lo peor es que los festivales las compran para castigarnos. ¡¡La comedia romántica es mucho más cine de género que la ciencia-ficción!! A ver… me aclaro. Puede que fuera una mala noche, y que el sopor general me envolviera. Quizá alguno de esos cortos no estuviera del todo mal. Pero, señores responsables, yo no dudo de vuestro talento, sino de vuestra manera de emplearlo. Seguramente habrá terroristas y violadores que sean personas condenadamente creativas. No me gusta lo que hacéis al mundo y punto. No me gusta lo que me hacéis como espectador.
Pero como no aprendo a los dos días me metí a ver APOLO 18 de Gonzalo López Gallego. Una película mucho más loable, brillante, competente y arriesgada que “Love” pero que me vino a aburrir más o menos lo mismo. Entonces me di cuenta de que el problema era demasiado personal, y recordé incluso que mi padre es astrónomo.
Acabé llorando por los callejones de Sitges camino a la pensión-sauna Esparter, mientras una lluvia radiactiva figurada decoraba los toldos y los luminosos de una escarcha de niebla amarilla. Con frases como ésta, la acreditación del año que viene llegará bañada en oro, seguro.
CURIOSIDADES (III):
Muy fans de…
Desireé de Fez, Juno Temple, Sara Paxton, Natalia Marín, Judith Uriach, Ana de Armas, Gemma Ruiz, Carey Mulligan.
Momento 15 M:
Carlos Pumares preguntándole a una azafata por su horario de trabajo y su remuneración.
Mejor corto:
¿Ninguno…?
Mejor bocadillo:
Sobrasada con queso en el bar del Auditorio.
Humor inteligente:
El escroto al aire de Don Juan de los Muertos, New kids turbo (de principio a fin)
Humor incorrecto:
Carlos Areces sacando el tema A serbian film en la presentación de Extraterrestre.
Prueba de insensibilidad:
Nos dormimos con A letter to Momo
Imagen retenida en la memoria:
La escena del ascensor de la muy maja Driver
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