Hay un cierto tipo de películas que uno no sabe a ciencia cierta cómo surgen, quién las apoya, qué público buscan, y cuáles eran las intenciones concretas de sus creadores, pero que su mera existencia supone una buena noticia y una confirmación de que no todo está perdido, de que aún queda espacio para los márgenes. Pienso sobre todo en referencias anglosajones, y me viene a la memoria la estupenda Retrato de April de Peter Hedges, Esperando la hora de Jill Sprecher, o The good girl de Miguel Arteta, con guión del gigante Mike White.
Ali es una de esas pequeñas grandes películas, y su mera existencia, desubicada pero firme y algo insólita, dentro de una industria tan renqueante y de capa caída como la nuestra, ya es un logro. Inspirada en gran medida por algunos éxitos del más reciente cine indie norteamericano, cuya huella queda reflejado hasta en la canciones de la banda sonora, y por tanto más cerca de la frescura de Jason Reitman que de el engolamiento de Isabel Coixet, la película de Paco R. Baños se contenta, sin mayores ambiciones, con narrar formidablemente bien una historia minúscula y aparentemente inane: la de una chica que no sabe/ no puede enamorarse y su conflictiva relación con su madre y el nuevo novio de ésta. Con unos mimbres tan pocos sólidos a simple vista, Ali se las ingenia para encontrar su propia personalidad, y a partir de ahí, director y guionistas se proponen la ardua tarea de hallar cierta poesía en la cotidianidad más soporífera y reconocible. No, no es cine contemplativo y ensimismado, sino la honesta y constante búsqueda de contar bien una historia sin que el espectador pierda el rumbo y se desinterese. Está, quizá, mejor dirigida que escrita, pero hay tanto cariño y mimo en cada plano y cada secuencia que este inconveniente no llega a pesar demasiado. Y el reducido pero espléndido grupo de actores hace el resto y consigue que fluya la magia. Todos ellos parecen perfectos para sus papeles, pero el de Nadia de Santiago es fácilmente, y a poco que nos descuidemos, uno de los mejores trabajos del cine español de este año, y sobre ella recae el peso y el peculiar encanto que sin duda posee la película.
Además, Ali posee el valor añadido de venir a engrosar un subgénero tan peculiar como el cine de supermercados, casi una vertiente algo más pop de la arquetípica película social (los cajeros y reponedores de las grandes superficies son tanto o más superviventes que los peones de obra, aunque carezcan de la aureola política reflejada en el cine de Loach o León de Aranoa; y es por ello que la película no está en absoluto politizada, pues se centra principalmente en una suerte de supervivencia emocional), y que tendría en la ya citada The good girl o en la comedia de culto El empleado del mes, algunos de sus otros títulos más reconocibles.
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