Este artículo no pretende ser irónico en absoluto. Nada de eso. Que no se me malinterprete o no sé de qué puedo ser capaz. Si el tono es ditirámbico y entusiasta es porque no se le puede poner un dique de contención al corazón del que esto escribe. Al hombre del que voy a hablar solo se le puede amar desde el exceso.
Iker Jiménez es uno de los mejores periodistas de este país. Esto es así. Sé que muchos consideran que Iker es un freak (vocablo éste que es utilizado y pervertido hasta el hartazgo por una caterva de imbéciles que deciden adjudicárselo a todo aquél que no se parezca a ellos) y que lo mejor que se puede hacer con su obra es reírse de ella. Peor para ellos. Jamás hallarán en su interior los motores que mueven a este vitoriano: curiosidad, duda y entusiasmo.
Los programas de radio y televisión de Iker Jiménez rezuman cultura. En ellos uno puede empaparse de antropología, folklore español, leyendas (¡Ah, las palabras de la tribu!), teoría de la conspiración, crónica negra de España, biografías de asesinos en serie, neurología, fantasmas y un largo etcétera.
La pregunta clave es: ¿Creo en todo aquello de lo que Iker habla? Claro que no. Es probable que no me trague ni el 95% de lo que nos cuenta en su incansable labor. Pero esto no es lo que importa. Lo que importa es aquello que transmite, su derramamiento de pasión, su urdimbre de mentiras y medias verdades contadas desde un ánimo sincero, honesto y exento de cinismo, esa lacra contemporánea con la que tantos están sellados.
Cuando Iker Jiménez habla de sus cosas está hablando del cofre de la isla del tesoro repleto de monedas, del misterio palpitante, nos habla de la vida, en suma (o de lo que ésta debería ser). Sus mentiras no son las que el periodismo “respetable” y respetado nos cuela. Sobre ellas aletea una verdad que no perece: aquélla que reveló el primer hombre que sentó a sus congéneres alrededor de una hoguera y les contó algo maravilloso, a sabiendas de que era mentira.
Gran artículo. De lo mejor que he leído en mucho tiempo.
Pues coincido plenamente contigo, seguramente gran parte del contenido de los programas de iker carece de un gran rigor cientifico, y quiza peque de equidistancia entre el mito y el empirismo, pero lo que no se puede negar es el entusiasmo, curiosidad y un punto de ingenuidad que destaca en un panorama mediatico donded lo que prima es la soberbia, el sarcasmo desde la butaca y lo mas peligroso para la creatividad: el mortal aburimiento
Boglar ¡escribe más!