ENTREVISTA A MIGUEL NOGUERA: “NO BUSCO INCOMODAR. QUIZÁ ESTÉ MÁS CERCA DEL DESCONCIERTO”

Miguel Noguera no se considera humorista. Según él mismo explica en esta entrevista, lo que hace es contar ideas  que, a veces, provocan la risa de la gente. El caso es que tanto sus ultrashows como los dos libros que ha publicado hasta el momento –Hervir un oso, junto a Jonathan Millán, Ed. Belleza Infinita, y Ultraviolencia, publicado recientemente por la cada vez más imprescindible Blackie Books- hacen reír, pero también aportan otras cosas. Desconcierto, asombro, reflexión, puede que hasta miedo. Y más. Noguera se ha convertido una figura imprescindible. Entre otros motivos porque lo que hace no se parece a nada y sólo se puede imitar para mal. Y además tiene la virtud de tomarse en serio todo esto rollo de La Paz Mundial, prueba de ello es que nos haya concedido esta entrevista en la que habla de sus libros, de arte contemporáneo, de Alf,  de Papá Noel, de Chiquito de la Calzada, de casas okupas y de Nacho Vigalondo. Entiendo que antes de leerla ya sabes que te va a gustar, pero, por favor, LEÉLA.

Miguel Noguera, visto por Joaquín Aldeguer

¿Qué tienen en común el humor y la violencia? ¿Comparten algo, además de su condición de catarsis?

La verdad es que no sé muy bien qué tienen que ver. Teníamos que titular el libro de alguna manera y se nos echaba el tiempo encima.

¿Cómo definirías lo que haces? ¿Humor, posthumor, monólogo, reflexión en voz alta, literatura…?

Explico ideas, y la gente se ríe. Puedes llamarlo como quieras, todas las categorías tienen algo de cierto. Siempre que me piden que etiquete mi trabajo explico que estudié Bellas Artes y que mi producción actual tiene su origen en el arte contemporáneo, no en la comedia ni en la literatura.

Tal como explicas al comienzo del libro, Ultraviolencia es un terremoto continuo de ideas, algunas desarrolladas y otras que son puros esbozos. ¿Crees que se tienden a subestimar las malas ideas, o las que están a medio desarrollar, de la misma forma que se subestima la improvisación?

Es una cuestión de contexto. A mí me interesa crear un territorio en el que pueda explicar casi cualquier cosa que me apetezca, aunque ésta carezca de gracia o ingenio, y que aun así siga manteniendo la conexión con el público y finalmente consiga sacar algo valioso de allí, sea el que sea el punto de partida. Es cuestión de aplicar un determinado tipo de pensamiento sobre cualquier objeto del mundo, sea éste un chiste, una ocurrencia, una situación, un objeto, o un personaje.

¿Te autocensuras? ¿Te has autocensurado en este libro?

Intento que la carga polémica o desagradable que pueda tener una idea no eclipse el contenido real de ésta. A veces parte del contenido tiene que ver directamente con esa carga políticamente incorrecta, en ese caso intento dejar claro ese hecho. Como, por ejemplo, la idea Plasma en Casa Corky. Pero en realidad, la mayoría de mis ideas no requieren autocensura.  

¿Qué queda de tus ideas sin el complemento de los dibujos de Jonathan Millán? ¿O qué crees que diferencian los dos libros, básicamente?

Hervir un Oso es un objeto precioso, un violín bien afinado, un paseo para la mirada… Ultraviolencia es un río ruidoso y confuso, un ejercicio de estilo, mi debraye como dicen en sudamérica… Uno es un cristal finamente tallado, el otro un rizoma… Va, tampoco es para tanto, me he flipado un poco, pero por ahí va la cosa.

¿Qué opinas de las risas enlatadas? ¿Han influido para bien o para mal en nuestra generación?

No opino nada sobre ellas. Ahí están; son como la Cocacola, o Alf. A mí me hacen gracia, las risas enlatadas, me sonrío ante esas risas… Son un elemento más de la cultura, tienen su sentido y su contexto. No las puedo juzgar, pobres.  

Suelen encuadrarte en la tradición de la comedia del mal rollo, un humor que busca la risa a través de incomodar o desconcertar. ¿Te sientes cómodo en esa clasificación o la matizarías?

No del todo, claro. Ya he dicho que todas las categorías tienen su porción de verdad. No busco incomodar. Quizás esté más cerca del desconcierto, eso sí. Pero no son objetivos en sí mismos, sino más bien efectos de lo que hago.

¿Tuviste algún tipo de inspiración, algún humorista que tomaras como modelo?

No, humorista no. A ver, está claro que los Monty Phyton, Faemino y Cansado o Chiquito de la Calzada están en la cabeza de todos. Pero no han sido modelos para mí. No me he basado en ellos.

¿Cuál es la primera comedia que recuerdas haber visto?

No sé, no me gustan las comedias. Vi una de comedieta sobre Papa Noel cuando era pequeño, había duendes en NY, creo recordar.

¿Y la peor pregunta que te han hecho en una entrevista, incluida esta?

 No sé, las preguntas sobre el título del libro me dan palo, aunque las comprendo.

Hervir un oso y ahora, sobre todo, Ultraviolencia, han ayudado a darte a conocer al público mayoritario. ¿Está el panorama actual tan anquilosado como parece desde fuera, o hay lugar para propuestas tan originales como la tuya?

Hay lugar en tanto que a mí me lo han concedido, al menos por el momento. Dicen que el panorama está mal, pero no conozco demasiado el contexto, la verdad. Soy una persona bastante ausente e indiferente. Lo siento, sé que eso no es bueno, pero es así. El que esté libre de pecados que tire la primera piedra… 

¿Cómo es posible mantener la coherencia de una propuesta radical y al mismo tiempo ponerse de moda y acceder a esos circuitos masivos?

Mi propuesta no es tan radical, por eso ha tenido acceso a esos circuitos. No lo tengo muy claro, pero entiendo que aquí “radical” se refiere a algo que no es compatible o asimilable por un circuito mayoritario. Yo no suelo consumir ese tipo de propuestas, de hecho no las conozco, me refiero al terreno del humor. No sé si existe un humor “okupa”, o yo qué sé, un humor tan críptico, tan restringido, que apenas lo compartan trece personas, o algo por el estilo. O un humor propio de la comunidad de pederastas… No sé.

Hay varias películas que han intentado retratar la figura del monologuista: Lenny, de Bob Fosse, Lo que cuenta es el final, de David Beaird, El rey de la comedia, de Martin Scorsese, Hazme reír de Judd Apatow, o el documental The aristocrats… ¿Te identificas con alguna de ellas? ¿Crees que la gente en general tiene una visión real de lo que supone ser humorista?

No he visto ninguna. Bueno, el Rey de la Comedia creo que sí, pero a medias. Lenny tendré que verla algún día, supongo. No me identifico totalmente con la figura del humorista, al menos por ahora. Creo que la gente tiene una visión bastante similar a la mía de lo que supone ser humorista. En la base todos estamos de acuerdo.  

Durante un ultrashow, mantienes un tono educado interrumpido por estallidos de rabia o energía. Para el público es desconcertante y casi violento. ¿Son estos los efectos que pretendes conseguir? ¿También surgen espontáneamente, como los guiones de las distintas ideas? 

Los estallidos son de puro entusiasmo ante la idea. Intento dosificarlos, intento que sean lo más auténticos posible. Aunque a veces es conveniente invertir el proceso y estallar en el vacío, sin tener nada en mente, y a raíz del estallido, o la excitación, generar el contenido. 

¿Qué ventajas tiene el formato libro frente a comunicar abiertamente las ideas en un escenario?

En el libro me dirijo a lectores absortos, no a espectadores sonrientes. La actitud del lector es más reflexiva, más íntima. Puedo explicar cosas que en un Ultrashow serían muy farragosas o pesadas. También puedo escoger mejor mis palabras. Pero a cambio debo construir un discurso más sólido, en un libro las palabras pesan mucho. Tampoco tengo la ventaja de la inmediatez y la complicidad que da el directo. Bueno, cada formato tiene su razón de ser, qué quieres que te diga.

Ultraviolencia, pese a su buscada apariencia caótica, es un libro más subjetivo y reflexivo que Hervir un oso, y mucho más literario. ¿Lo planteas como un punto y aparte, una continuación, o simplemente los dos libros han salido así, porque tenían que ser diferentes?

En Hervir un Oso casi todo el trabajo lo hizo Jonathan. Él escogía las ideas, las desarrollaba como quería, las formalizaba, también añadía ideas de su cosecha, y decidía el aspecto y el tono general del libro. En Ultraviolencia he trabajado en solitario con mis recursos; mi manera de escribir y de dibujar. 

El libro es además mucho menos oscuro de lo que parece. Da la impresión de que en tu mundo hay cabida para la esperanza, incluso para el humanismo. En serio, parece que la radicalidad de muchas de las ideas está en esa mezcla de humor negro, absurdo, sentido común e incluso ternura…

Bueno, algo de eso hay. Por fin una lectura amable, ja, ja. En Ultraviolencia explico ideas que, en su momento, anoté en mis libretas porque contenían algo que me obsesionaba, o me atraía explicar. Si en algún momento se percibe cierto humanismo, o ternura, supongo que eso también está ahí, no sé. Es cierto que admiro a las personas capaces de dar amor y de sentir empatía. Las admiro muy por encima de lo que puedo admirar a un humorista, o un artista. Uno admira lo que no tiene demasiado trabajado, o lo que se le escapa. Eh, no estoy diciendo que yo sea mala persona, no me toméis por un ogro, todo lo contrario. Pero es cierto que el oficio de terapeuta, o cualquier otra relación de ayuda, despierta en mí gran admiración y respeto. Se me antojan oficios sumamente apasionantes. Bueno, cualquier oficio puede ser apasionante, pero personalmente me conmueven más los oficios en los que se trabaja con el puro contacto, sin más tecnología que el cuerpo y la palabra; todo muy sibilino y muy amoroso al mismo tiempo. En fin.

 ¿Cómo surgió la idea del primer ultrashow? ¿Tuviste claro lo que querías hacer desde el principio, o fue el resultado de muchas tentativas?

Se le ocurrió a un amigo de la facultad, un tipo muy intuitivo que me propuso leer mis textos en una tetería de una amiga de él. Luego fui repitiendo la experiencia en otros lugares y la cosa evolucionó de un modo natural. De esto hace seis años. Durante estos años, el Ultrashow se ha ido haciendo de forma bastante esporádica, con una media de uno cada dos meses, como mínimo. Ahora la frecuencia se ha disparado y hago uno por semana, como poco. 

¿Cuál es la reacción más extraña que has visto en tu público?

Mmmm, bueno, en Valencia hace cuatro o cinco años, me desnudé ante unos okupas y ellos me tiraron tomates y también se desnudaron… Fue un caso aislado, ¿eh? Hoy eso no ocurriría. El Ultrashow ha cambiado mucho… 

¿Puedes decirnos dos o tres ideas que, por cualquier razón, nunca te atreverías a incluir en un ultrashow?

No, en realidad no… A no ser que una idea incluya elementos demasiado personales, y alguien del público pudiera sentirse aludido; pero aún así camuflaría esa carga biográfica. También hay ideas que quizás sean demasiado asquerosas, pero no te creas, la gran mayoría, un 99% o más son ideas como las que explico normalmente. No se me ocurre ninguna que no pudiera llegar contar en algún Ultrashow.  

Tu humor se basa en lo cotidiano pero consigue trascender la realidad. ¿No te parece que el humor que se está haciendo aquí está demasiado anclado, precisamente, en esa realidad?

No tengo nada en contra del humor imperante. Cada uno hace lo que quiere, o lo que puede. La mayoría de los grandes medios se basan en hacer una crónica convencional de actualidad, por eso son medios masivos. Es normal que los monólogos tengan un sustrato basado en el tópico y el lugar común. Si uno quiere consumir otra cosa, existen propuestas distintas; tanto aquí como en el extranjero. 

Ya, parece ser que precisamente ahora estamos empezando a superar el formato de El Club de la Comedia. ¿Habrá espacio para las versiones patrias de Bill Hicks, Lenny Bruce, Andy Kaufman o Sarah Silverman? ¿O no estamos preparados todavía?

 Bueno, no lo sé. En América hay cosas muy guays, es verdad. De hecho, Carlo Padial (el autor del libro Dinero Gratis y miembro de Los Pioneros del Siglo XXI) me introdujo en ese mundillo del stand up americano, que yo desconocía. Claro que sería buena cosa que el escenario español fuese más fino y naciera una sensibilidad más compleja en el espectador, pero las cosas son como son… 

Para terminar, dentro de poco se estrena Extraterrestre, la última película de Nacho Vigalondo, donde tienes un papel. ¿Puedes adelantarnos algo?

 Es un papel muy secundario, algo sencillo, lo rodamos rápido, en apenas dos medias jornadas. Dicen que la peli ha quedado muy bien. Por lo que sé, es una de las películas nacionales más caras de la década. Hay escenas dentro de una nave nodriza en las que los personajes humanos son alcanzados por un rayo raro que hace que sus cuerpos se transparenten y dejen a la vista el sistema sanguíneo y linfático, ¡pero el auténtico!  Puedes seguir las evoluciones de la linfa de Carlos Areces mientras actúa. Es algo espectacular…

1 Comment Already

  1. El puto @noguera destripa prácticamente todo el guión de Extraterrestre en esta entrevista

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