Dos días antes de su cumpleaños y dos días después de la muerte de Michael Winner, uno de sus mentores, William Lustig (Nueva York, 1955) y yo (griposo) nos encontramos en un cara a cara skypero para hablar de cine y recuerdos, de recuerdos de cine, muchos de ellos colgados en las paredes de la casa que veo desde nueve mil kilómetros de distancia, descansando en las estanterías o sobre la misma cabeza de Lustig, como esa gorra firmada por LaMotta que me mira legendaria mientras charlo con el director de Maniac (1980) y Vigilante (1983). Me va enseñando más cosas mientras surgen preguntas y respuestas; una foto con Lamberto Bava, otra con Elijah Wood en Sitges y un posado con dos chicas desnudas a santo del rodaje de la porno dirigida por él mismo, Hot Honey (1978).
Afable, de candorosa risa, con pinta de tener un gran corazón y una agenda muy apretada, William Lustig es de esos personajes/famosos/mitos que ofrecen gran parte de su confianza y simpatía al entrevistador, e intuyo que es algo innato en él y no influido por el deleitoso buen tiempo que entraba en el salón de su hogar en Los Ángeles a esas horas ni tampoco por el hecho de que España sea el único país (Lustig dixit) que le ha dedicado un libro y del cual se siente muy orgulloso.
¿Cómo empezó todo? ¿Qué te convenció para dedicarte al cine?
Mi afición por el cine comenzó, de forma autoconsciente al menos, a finales de los ’60. A mis 13, 14, 15 años empecé a asimilar la enorme diversión que me ofrecían películas como Goldfinger, Doce del patíbulo o El desafío de las águilas. Pero fue el cine de Europa el que tuvo la mayor de las influencias para mi posterior carrera: Dario Argento, Sergio Leone, o también Lucio Fulci. Es curioso, a este último se le suele nombrar como al director que yo tenía más en mente cuando hice Maniac. Tal vez lo tuviera, en el subconsciente, pero yo siempre pensaba en La matanza de Texas o Los asesinos de la luna de miel mientras planeaba las escenas. Me gustaba el tono decadente y semi-documental de esas dos obras.
Eres sobrino de la leyenda del boxeo Jake La Motta, ¿no se te pasó por la cabeza en algún momento seguir los pasos de tan ilustre figura?
La verdad es que no, ¡mi tío también era muy cinéfilo! Su mejor amigo, Peter Savage, siempre invitaba a nuestra familia a cualquier evento. Peter era un tipo muy peculiar, muy parecido a algunos personajes de Uno de los nuestros, ya sabes a lo que me refiero.
¿Mafioso?
Un “poco”, sí, aparte de haber sido también boxeador, resulta que Savage además era un fanático del cine y de la interpretación. Dirigió algunas películas, malas y baratas, pero las hizo y hay que darle algo de crédito. Solía meter a mi tío en ellas como el que no quiere la cosa para al menos enseñar a alguien conocido, con la esperanza de venderla. Cuando mostré un interés serio por dedicarme al cine fue Peter el que me enchufó. Él me dio la oportunidad de estar en los sets de rodaje y, finalmente, conseguir un trabajo en películas como El justiciero de la ciudad (Death Wish). No estaría aquí hoy sentado hablando contigo si no hubiera sido por mi tío y, sobre todo, por Peter.
Hace un par de días murió precisamente Michael Winner, el realizador de Death Wish (1974).
Una auténtica pena. Todas las navidades desde que lo conocí me enviaba felicitaciones navideñas, sin falta. Estas últimas del 2012 no recibí ninguna, y pensé que, bueno, había tenido un descuido o la postal se habría perdido en el viaje. A principios de enero me enteré por John Landis, que a su vez se había enterado por Simon Pegg, de la enfermedad de Michael.
¿Qué aprendiste de Michael Winner? Si es que aprendiste algo.
No diría que Michael Winner era un gran director, de los que aparecen en las listas que se publican a menudo, aunque hizo películas que yo personalmente sí considero estupendas. Tenía algo especial, era un artesano que sabía perfectamente cómo entretener a la audiencia. Si hay algo que no se puede decir de sus películas es que son aburridas. Casi nunca repetía los mismos ángulos de cámara en una secuencia, aunque esa secuencia no aportara demasiado a la historia. Y eso es algo que intenté adaptar a mis películas posteriormente para hacerlas lo más fluidas posible. Maniac Cop 2 es lo más parecido que he hecho a una película de Winner.
Y bueno, aunque él no me lo enseñó en forma de maestro-alumno, trabajando en El justiciero de la ciudad aprendí mucho sobre la sincronización del sonido con las imágenes, que por aquel entonces era bastante más rudimentario que los mecanismos que se usan ahora.
Pero antes de todo eso fuiste acomodador ¿correcto? … ¿y viste Deliverance 70 veces?
Así es, eso de ver películas gratis aunque fueran repetidas era todo un placer. Lo de las 70 veces de Deliverance es un poco exagerado ¡creo que se pasaron al transcribirme cuando lo dije hace tiempo! Pero sí que fueron más de 30. La película fue sin duda todo un éxito y la taquilla del recinto hizo buena caja. Yo me encargaba de cerrar el cine, así que me tragaba las todas las sesiones nocturnas del filme de Boorman.
Has hecho películas centradas en las dos cosas con las que Hollywood tiene pesadillas cada noche: el sexo (tu primera película fue porno) y la violencia. De todas formas aquí en Europa se dice mucho eso de que en USA se aceptan más las vísceras que ver a alguien desnudo.
Cuando dices Hollywood…a ver…la gente de Hollywood es la más pervertida, sexoadicta y rara del mundo. El problema es la audiencia norteamericana, que se siente incómoda con la sexualidad; no en Nueva York o Los Ángeles, pero sí en ciudades pequeñas, en estados conservadores y “puros”. Hollywood le da al pueblo americano lo que quiere ver.
Pensaba ahora mismo en Las sesiones, no sé si la has visto. En ella Helen Hunt se pasea desnuda por toda la película mientras que John Hawkes solo enseña el pecho. Paradójicamente, la película defiende que debemos estar contentos con nuestros cuerpos y no sentir vergüenza.
La he visto, sí. Pero…piensa que la decisión de no enseñar la desnudez de John Hawkes tal vez no la hayan tomado los productores o el director, sino el mismo actor. Yo te diría que es más probable que haya ocurrido esto último. La HBO, que podría considerarse también como algo hollywoodiense, nos muestra en cada serie o telefilm a hombres desnudos. Me quedo con Bobby Cannavale enseñándolo todo en la tercera temporada de Boardwalk Empire.
¿Aceptas de buena gana que digan que eres un director “trash” o de serie B?
La palabra “trash” (basura) no es que me guste demasiado, claro, pero tampoco soy alguien que se sienta ofendido con facilidad. Sin embargo, el título de “B director” lo llevo con orgullo. Y lo llevo muy bien porque creo que las películas de serie B, cuando tienen un cierto éxito, son las que resisten el paso del tiempo. Me estás entrevistando gracias a un filme que costó dos duros, no ganó ni un premio de renombre y que hice en 1980. En ese mismo año Robert Redford hizo Gente corriente, que se llevó el Oscar. ¿Quién entrevista hoy en día a Redford sobre su filme? A nadie le importa una mierda esa obra. De Maniac incluso hicieron un remake el año pasado. Cuando la Universal producía Drácula, Frankenstein y todas esas maravillosas películas de terror de los ´30 también hacía melodramas, cintas de época…pero ¿quién las recuerda?
Hablando de ese remake de Maniac, que protagoniza Elijah Wood y que se pudo ver en el festival de Sitges 2012, ¿qué reacción esperas del público con esta nueva revisión dirigida por Franck Khalfoun?
En USA se estrena en mayo, pero las reacciones del público en los festivales ha sido muy positiva, al menos así es como lo vi. Es una película diferente a la original, empezando por el hecho de que toda la historia se ve desde el punto de vista del personaje principal. Y después están los efectos especiales, que…bueno…se ha usado CGI y no sé si eso beneficia o perjudica.
¿Cuanto más barata y cutre sea una película de terror más miedo da?
Exactamente. Este último fin de semana vi 5 películas, una de ellas era Mama, que fue la que más me gustó… menos cuando empiezan a enseñar al “monstruo” en sí. De la de Hansel y Gretel mejor ni te hablo. Es genial ver todos estos filmes uno detrás de otro porque te enseña la constante unión entre los más elaborados avances de CGI en el cine y la falta de alma en la historia que te cuentan. Tampoco disfruté la última de Schwarzenegger, que no es de terror pero tiene mucho gore también; un gore tan perfecto y bien hecho que parece falso, vamos. No me gusta esa perfección, siento que no forma parte de mí y no me parece interesante.
No puedo olvidar la calidez del personaje de Joe Spinell en ciertas secuencias de Maniac, no es para nada el típico asesino previsible en sus gestos, en los rictus de su cara… ¿Cómo era Spinell en la realidad?
Joe era un ser maravilloso: amable, generoso y conseguía hacerte reír cuando quería. Te digo lo mismo que dije en su funeral, “un millón de risas se enterraron con él”. Tenía sus defectos, por supuesto, como todo el mundo. Recuerdo una vez que vino a mi apartamento de Nueva York, sobre las 4 de la tarde –es probable que se hubiera despertado solo hacía media hora- y me dice “Bill, he decidido dejar la bebida de una vez por todas, hoy me siento limpio y fresco”. Tres minutos más tarde, después de decirle que Maniac se iba a estrenar en Australia, coge una botella de vodka de mi mesa con un “¡esto hay que celebrarlo, hombre!”.
En abril del año pasado se comentó que iba a haber otro remake, en este caso de Maniac Cop, ¿tiene ya luz verde?
Aún no, no tenemos ni al director ni a los actores todavía, y el guión lo seguimos desarrollando. Nicholas Winding Refn y yo vamos a producirla.
¿Crees que cineastas como Robert Rodriguez o Tarantino han influido de forma decisiva para que el público y también la crítica hayan comenzado a tener en cuenta las cualidades de las películas de bajo presupuesto de las últimas décadas y que, al principio, pasaron un poco desapercibidas?
Es una combinación, y aquí me tengo que dar algo de mérito. En los años 90 empecé, como hobby, a comprar los derechos de las películas que siempre había amado. Después pensé que a esas películas había que darle el mismo respeto que, por ejemplo, Criterion Collection le daba a la filmografía de Fellini. Tanto en la compañía Anchor Bay como en la mía propia que fundé después, Blue Underground, me he preocupado por darle una buena presentación a las ediciones de Laser Disc (¿te acuerdas del Laser Disc?), DVD o Blu Ray de esos trabajos…que al mismo tiempo deben su fama también a Tarantino y Rodriguez. Compré los derechos de Django, de Corbucci, hace mucho tiempo; ahora la tengo en la página principal online de Blue Underground para aprovechar la coyuntura del estreno de Django Unchained.
No apareces como director acreditado en The Expert (1995), ¿qué pasó con esta película de acción?
Este fue el típico caso de una producción que se empieza a preparar con una idea y se acaba con otra totalmente distinta. Me obligaron a tener de protagonista a un actor horrible, Jeff Speakman, y teníamos que re-escribir constantemente el guión para adaptarlo a sus “cualidades”. El problema era que no podíamos transformar un cuadrado en un círculo. Aun así y todo, llegué a rodar durante cuatro semanas, pero no me interesaba nada de lo que tenía frente a mí, y creo que el actor me odiaba tanto como yo a él. Al final hablé con el productor y le dije que lo mejor era que yo no terminara la filmación. Speakman era un gilipollas, y encima sabía artes marciales, así que preferí retirarme a tiempo.
Tu última película como realizador fue Muerto el 4 de julio (Uncle Sam, 1996), colaborando otra vez con Larry Cohen. Ha llovido desde entonces, ¿por qué no has vuelto a dirigir?
Después de la mala experiencia con The Expert, Uncle Sam no arregló mucho las cosas. Por aquel tiempo el hobby de ir coleccionando películas para editarlas con calidad y distribuirlas en formato doméstico se estaba convirtiendo cada vez más en mi trabajo, en un negocio que me daba un buen dinero. Hace unos meses decidí apartarme un poco de mi compañía Blue Underground y centrarme más en la producción de películas y, probablemente, me entre de nuevo el gusanillo de dirigir.
Supongo que tu relación con Cohen sobrepasa lo estrictamente profesional. ¿De qué habláis los dos, por ejemplo, mientras tomáis una copa en un pub?
Hemos trabajado mucho juntos y hemos compartido el éxito también, pero mi relación con Larry es solo laboral. Escribió muy buenos guiones para mí y otros no tan buenos. Le aprecio, tiene mucho talento y todo mi respeto, pero no vamos por ahí de copas.
¿Has pensado en trabajar para la televisión? Otros directores del género de terror como Joe Dante, John Landis, Mick Garris, han hecho muy buenas cosas ahí.
Sí, lo he pensado. Para mí lo más importante es tener un buen material. Por fortuna, no me hace falta el dinero, así que el encontrar un buen guión no me corre prisa. Cuando me encuentre con algo que me cale hondo, no me pensaré mucho el dirigirlo, ya sea para la televisión o para el cine.
¿Te arrepientes de algo en particular que hayas hecho en el cine?
Pues The Expert y Uncle Sam, sobre todo la primera. Cambiar toda una película solo porque el actor principal así lo quiere es algo que no podría soportar otra vez. Son experiencias de las que aprendes, y desde entonces he tomado mejores decisiones….por cierto, me gusta mucho la película que veo detrás de tu cabeza, en la pared. ¿Es Glengarry Glen Ross?
Esa es, una de mis películas favoritas ¡Diría que la he visto 70 veces!
También una de las mías, no solo vivo del cine del terror. Por desgracia no pude ver la nueva versión teatral de hace unas semanas con… ¿sabes quién actuaba?
¡Pues no!
¡Bobby Cannavale!
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